Durante la Edad Moderna, los italianos llamaron «nórdicos» a los pintores de las tierras que estaban más allá de los Alpes y, fundamentalmente, a los de los Países Bajos. Allí, el contexto social y cultural hizo que, a lo largo del siglo XVII, pintores y coleccionistas se apartaran en gran medida de los temas heroicos propios de la pintura de historia en favor de asuntos cotidianos, pero igualmente aptos para la pintura. Entre ellos estaba el paisaje, que pasó a convertirse en un género pictórico independiente en el que el asunto representado se relega a un segundo plano y se convierte en pretexto para representar con fidelidad los elementos de la naturaleza.
Palma acoge, entre el 20 de junio y el 29 de septiembre, un recorrido por el evocador mundo del paisaje nórdico en el que se podrá apreciar la maestría con la que aquellos pintores representaron con fidelidad montañas, bosques, campiñas, ríos, mares, parajes cubiertos de nieve o canales helados, inmersos en una luz naturalista.
Grandes maestros
Comisariada por Teresa Posada Kubissa, conservadora de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700) del Museo del Prado, la exposición incluye 44 obras y entre los pintores que la integran figuran los más destacados maestros del género, con obras tan representativas como como Paisaje alpino de Tobias Verhaecht, uno de los maestros de Rubens; La vida campesina y Boda campestrede Jan Brueghel el Viejo, además de La Abundancia y los Cuatro Elementos que pintó en colaboración con Hendrick van Balen o Mercado y lavadero en Flandes en colaboración con Joos de Momper el Joven; Paisaje con gitanos y Tiro con arco de David Teniers o los dramáticos Asedio de Aire-sur-a-Lys de Peeter Snayers y Bosque con una laguna de Jan Brueghel el Joven y taller.
Las dos tipologías más características del paisaje nórdico –el paisaje de invierno y el paisaje de agua– están representadas con obras tan delicadas como El puerto de Ámsterdam en invierno de Hendrick Jacobsz Dubbels o Paisaje con patinadores de Joos de Momper el Joven; y por pinturas como Playa con pescadores de Adam Willaerts, que une el paisaje con la escena de género. Un puerto de mar yPaisaje con desembarco de holandeses en tierras de Brasil de Jan Peeters aluden a las lejanas tierras a las que las rutas comerciales llevaron a los holandeses. Y, por último, está Rubens, el gran maestro flamenco, cuyos paisajes constituyen la parte más íntima, más personal de su producción. De ellos se expone el soberbio Atalanta y Meleagro cazando el jabalí de Caledonia, una de las obras cumbres del paisaje nórdico.
Paisaje italianizante
La exposición concluye con algunos de los paisajes encargados por el monarca español Felipe IV para decorar el Palacio del Buen Retiro de Madrid a Claudio de Lorena y Jan Both, jóvenes pintores nórdicos que iniciaron en Roma el llamado “paisaje italianizante” que en Holanda contó con numerosos seguidores. Pero el más destacado fue Philips Wouwerman, que se especializo en la representación de cacerías como Parada en la venta que adelantan ya el gusto rococó.
Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el Prado ya ha visitado Santiago de Compostela, Valencia, Zaragoza y Sevilla. Se trata de la primera exposición compuesta íntegramente por fondos del Prado que se celebra en las Islas Baleares.
CONFERENCIA INAUGURAL
Miércoles 19 de julio | 19.00 h. ‘La pintura nórdica y el paisaje’. Teresa Posada Kubissa, conservadora del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta el 1700) y comisaria de la exposición.
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