Mediante planos, dibujos, maquetas, muebles, elementos arquitectónicos y fotografías de época, el visitante se acerca a su compleja personalidad y a algunas de las principales obras del eminente arquitecto en un recorrido que abarca desde sus proyectos de estudiante y el templo de la Sagrada Familia —su obra más conocida— hasta el Palacio Güell y las casas urbanas Calvet, Batlló y Milà, popularmente conocida como La Pedrera, una de las obras maestras de la arquitectura del siglo XX.
De diferentes fondos
Las obras y el material que constituyen la muestra, alrededor de un centenar de piezas, proceden, en su mayor parte, de los fondos de la Cátedra Gaudí, además de algunas piezas propiedad de instituciones tan relacionadas con la obra gaudiniana como la Junta Constructora del Templo de la Sagrada Familia y la Fundació Catalunya Caixa. La Pedrera; asimismo, algunos coleccionistas particulares han prestado su colaboración. También se han incorporado algunas fotografías pertenecientes a diversos archivos.
Formado según los cánones de la época en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, Gaudí surge en ese período de efervescencia creativa que es el Modernismo catalán y desarrolla una arquitectura totalmente nueva, recorriendo su propio camino de creador individual. Su concepción es revolucionaria, aunque, como todos los arquitectos de su generación, empieza con la mirada puesta en el pasado, en la arquitectura medieval, en la que se inspira y de la que parte para realizar una obra absolutamente moderna y original.
Triste final
Antoni Gaudí (Reus, 1852) fue atropellado por un tranvía el 7 de junio de 1926 cuando se dirigía al oratorio de Sant Felip Neri a confesarse con el sacerdote Gil Parés, como hacía cada tarde. Gracias a la insistencia de éste y de Domènec Sugrañes, que recorrieron incansablemente los dispensarios y hospitales de la ciudad, se le pudo identificar entre los enfermos de la sala pública del Hospital de la Santa Creu, agonizante. Había sido confundido con un mendigo dado su descuidado atuendo. Murió el 10 de junio. Dos días después, un gran cortejo recorría las principales calles de Barcelona para acompañar sus restos hasta la cripta de la Sagrada Familia, donde recibió sepultura.