Convertida en clara referencia para acercarse a los efectos que el Hitchcock de Vertigo había tenido sobre él joven Marker, la cinta francesa relata la historia de un prisionero de guerra que viaja en el tiempo al pasado y que, al igual que el personaje de James Stewart, quedaba cautivado por la imagen de una mujer. Ahora, en la producción de Bradley, un rostro femenino encarna la mujer de sus sueños a través de la acumulación de arquetipos de las «mujeres perdidas».
Teoría sobre el sujeto
Desde hace ya casi tres lustros, Slater Bradley ha llevado a cabo una obra única y singular en la que el artista ha investigado su propia biografía y, a través de ella, la de toda la generación a la que pertenece. Mediante los recursos del doble y su sombra por un lado, y el de la dolorosa fantasía del ídolo juvenil por otro, ha venido realizando un cuerpo de trabajo que bascula entre los géneros del vídeo y la fotografía.
Su trayectoria podría encuadrarse en la teoría sobre el sujeto, los condicionantes de los patrones y sus posibilidades performativas, que sigue fascinando a muchos artistas jóvenes abducidos por desentrañar la identidad de los de su propio tiempo. Pero mientras tantos otros centran su obra en la destrucción crítica de gestos y actitudes de héroes juveniles, Bradley cimenta su trabajo en el memento mori, en el recuerda que morirás.
Juego de espejos
De hecho, todos sus héroes han muerto jóvenes. Kurt Cobain, Ian Cartis o Michel Jackson son encarnados por Benjamin Brock, a quien Bradley conociera en una discoteca de Nueva York en 1999 cuando contaba con sólo 24 años, y convirtiera en su doppelgänger —término que utilizó por primera vez el romántico Jean Paul para referirse a la imagen fastamagónica de «el que camina al lado», nuestro yo oscuro, y que al que Strindber vió como augurio de muerte—.
El juego de espejos que se establece entre el artista Bradley, el doble Brock y los ídolos de la cultura juvenil retratados examina, según sus palabras, «los efectos psicológicos de la idolatría, el mimetismo y el inconsciente colectivo en la formación de la identidad adolescente de una generación específica: mi generación».