En la muestra aparecen elementos inéditos que tiene que ver con la memoria personal, la familia y el trabajo de Leal. La infancia y los recuerdos íntimos, así como la búsqueda de su origen como creador, también se reflejan en su obra. Es esta mirada hacia atrás, hacia su niñez, está el punto de partida de la exposición, donde el autor recupera sensaciones relacionadas con aquella etapa de su vida.
Las referencias que trae de su particular mundo, de lo que surge a su alrededor (un viaje, un libro, una canción, etc.) se convierten en fuentes de inspiración, el mecanismo de arranque donde va seleccionando imágenes literales que le sirven de apoyo para desarrollarlas subjetivamente para así plasmar su propia experiencia a través de la pintura.
En la exposición se incluyen también bodegones realizados con barro cocido. Este tipo de expresión artística siempre había interesado a Leal, que nunca había trabajado la cerámica. Que formen parte de esta muestra supone una novedad a tener en cuenta. Además, este es un material fácil de vincular a la particular personalidad del museo, que fue primero un monasterio cartujo y más tarde una fábrica de loza.