A través de 329 imágenes, una decena de esculturas que reproducen edificios también fotografiados y un par de instalaciones, esta exposición pone el foco en un artista cuya obra, si bien está presente en los principales museos de Estados Unidos, aún resulta poco conocida en Europa.
Además se incluye una selección de la colección de anuncios y objetos publicitarios que el artista ha ido reuniendo a lo largo de los años, y que evidencian su interés por la cultura popular de su país.
Capturar el tiempo
Como señalaron en la presentación de la muestra su comisaria, Yolanda Romero, y el director del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo, fotografiando año tras año y durante décadas los mismos edificios, paisajes y objetos, Christenberry «logra capturar el tiempo». El propio autor lo reconoce: «Siento un particular interés por la estética del envejecimiento, por los procesos de transformación, decadencia, muerte y, a veces, renacimiento».
Además, el artista estadounidense se adelantó a su tiempo al incorporar el color a la fotografía artística. Como recuerda Jiménez Burillo, «en los años 50 y 60, la fotografía a color no era aceptada por los artistas, que seguían prefiriendo el blanco y negro y consideraban que el color resultaba demasiado artificial y comercial para sus obras». Yolanda Romero añade: «Al utilizar con fines artísticos una pequeña cámara fotográfica a color habitualmente usada por los aficionados, Christenberry se convirtió en un pionero».
La figura humana no está, salvo alguna excepción, presente en su obra: «Siempre me he sentido incómodo mientras me fotografiaban y sigo estando incómodo fotografiando a otras personas».
Artista multidisciplinar que ha trabajado el dibujo, la pintura, la escultura y la fotografía, William Christenberry registra de forma ritual casas abandonadas, iglesias rurales, cementerios, objetos encontrados en el campo o paisajes intervenidos por el hombre, haciendo de la experiencia personal y el viaje el argumento central de su obra.
Estilo imaginario propio
De este modo se ha convertido en un destacado creador en la historia reciente de la fotografía estadounidense por su peculiar visión del paisaje tradicional del sur del país. Transgresor sin quererlo, sus imágenes construyen un relato parcial de aquellos territorios sureños, que hunde sus raíces en su infancia, sus memorias, sus experiencias, sus lecturas y sus ensoñaciones.
Este relato habla de arquitecturas vernáculas, de paisajes, pero también bebe de los lados más oscuros de una historia marcada por una guerra fratricida, los desequilibrios económicos y los problemas raciales. Se convierte así en un narrador esencial que se une a una tradición de creadores que desde otros ámbitos han contribuido a conformar el imaginario del sur estadounidense y también en un creador versátil que, como queda dicho, ha utilizado otros medios para fijar la memoria de ese paisaje transitado.
Primeros años
Christenberry nació en 1936 en Tuscaloosa, un pequeño pueblo de Alabama situado en el Condado de Hale. Entre 1954 y 1959 estudió arte en la Universidad de Alabama. Sus años de formación estuvieron marcados por la lucha por los derechos civiles, una beligerancia que ha mantenido hasta hoy.
En la muestra de Madrid pueden verse imágenes y una instalación dedicada al Ku Klux Klan. Como explica el propio autor: «En 1962, cuando daba clases en Memphis State, empecé a trabajar en una serie de dibujos y pinturas con la intención de expresar la repugnancia que siento por el Ku Klux Klan. En 1963 vestí los primeros muñecos que hice con túnicas y capuchas de satén. Durante los años que han pasado desde entonces, la suma de obras conocida como The Klan Room ha crecido hasta incluir cientos de objetos e imágenes. Hay quien ha dicho que un tema así no es algo propio ni de un artista ni del arte. Por el contrario, yo mantengo que hay momentos en los que el arte debe examinar y dar a conocer esta extraña y secreta brutalidad».
En su época formativa se imponía el movimiento expresionista abstracto, caracterizado por obras no figurativas de gran formato y, de hecho, Christenberry inició su carrera artística como pintor abstracto. Trabajó como profesor de pintura en el Corcoran College de Washington y desde joven pasaba los veranos con su familia en el Condado de Hale.
Alabama en el corazón
El año 1960 es una fecha clave para el artista al descubrir el libro Elogiemos ahora a hombres famosos, un mítico tratado fotográfico en blanco y negro firmado por Walker Evans y James Agee en el que reflejaban las duras condiciones de vida de los campesinos de Hale durante la Gran Depresión. El realismo y la crudeza de aquellas imágenes le impactan, al tiempo que le permiten reconocer escenarios y personajes comunes de su infancia.
A partir de entonces y hasta la fecha, William Christenberry ha seguido fotografiando su tierra sirviéndose casi siempre de una pequeña cámara Brownie, «del mismo tipo que la que me regalaron unas Navidades de hace muchos, muchos años». Año tras año ha fotografiado los mismos edificios, paisajes y objetos
Siempre con Alabama en el corazón, en la actualidad el artista vive y trabaja en la ciudad de Washington.