Moliner fue una mujer ejemplar. Allá por 1962 comenzó a dar forma a su Diccionario de uso del español. Lo que originalmente iba a ser una tarea de dos años acabó extendiéndose hasta 1967, cuando, bajo la presión de la editorial Gredos, dio por concluida la primera versión de su obra. Sin embargo continuó recopilando palabras hasta prácticamente el día de su muerte.
El texto de Manuel Calzada Pérez revive a esta ilustre figura de nuestras letras. La actriz Vicky Peña es la encargada de encarnarla en El diccionario. Peña hace un trabajo encomiable llevando a las tablas la vida de la filóloga zaragozana en esta obra que rebosa humor y ternura.
La actriz está acompañada de Helio Pedregal y Lander Iglesias, además de la voz de José Pedro Carrión. La obra, dirigida por José Carlos Plaza, realiza un retrato memorable de una mujer imprescindible que consagró su vida a la lengua española y a reivindicar la cultura como llave de la igualdad.
Proeza sin precedentes
María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua española. Un día se levantó a las cinco de la mañana, dividió una cuartilla en cuatro partes iguales y se puso a escribir fichas de palabras sin más preparativos. Calculó que lo terminaría en dos años, y cuando llevaba diez todavía andaba por la mitad. «Siempre le faltaban dos años para terminar», contaba su hijo menor. Era natural, porque María Moliner tenía un método infinito: pretendía agarrar al vuelo todas las palabras de la vida. Su marido fingía una impavidez de sabio, pero a veces medía a escondidas las gavillas de fichas con una cinta métrica, y les mandaba noticias a sus hijos. Uno de ellos, a quien le preguntaron cuántos hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una hembra y el diccionario».
En 1967 -presionada sobre todo por la Editorial Gredos, que la esperaba desde hacía cinco años- dio el diccionario por terminado. Pero siguió haciendo fichas, y en el momento de morir tenía varios metros de palabras nuevas que esperaba ver incluidas en las futuras ediciones. En realidad, lo que esa mujer de fábula había emprendido era una carrera de velocidad y resistencia contra la vida.
En 1972, su candidatura se presentó en la Academia de la Lengua, pero los señores académicos no se atrevieron a romper su venerable tradición machista. Ella se alegró cuando lo supo, porque le aterrorizaba la idea de pronunciar el discurso de admisión. «¿Qué podía decir yo», dijo entonces, «si en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines?».
El Teatro Bretón de Logroño acogió en octubre la representación de El diccionario, enmarcada en el 34 Festival de Teatro de Logroño. Tras Sevilla, el equipo llevará la obra a Valladolid, Avilés y Bilbao.