A principios de 1988, el compositor Llorenç Barber fragua una de las ideas más originales y hermosas dentro de la composición musical reciente: los Ciudadanos Conciertos de Campanas, descomunales sinfonías de campanario donde ciudades enteras suenan al compás de precisas y acusmáticas partituras minimalistas (más bien hetero-repetitivas) rigurosamente coordinadas por medio de indicaciones cronométricas exactas.
Para Barber, «un concierto de campanas es más que un simple concierto; acaba siendo una manifestación de ciudadanía, un firme postular que el espacio público ha de ser limpiado, curado y vestido de un nuevo esplendor, de unas nuevas maneras de comunicación».
Ciudadanía
El público, siempre numeroso, se ubica en plazas y parques, asciende a techos y balcones, se retira a montañas y colinas aledañas, o bien transita por las calles libremente en recorridos predeterminados o itinerarios improvisados. Hasta hoy, Barber ha compuesto más de 150 obras para ciudades de España, México, Portugal, Ecuador, Colombia, Alemania, Italia, Holanda, Austria, Inglaterra, Francia, Cuba, Polonia, Eslovenia y Dinamarca. Ahora le toca el turno a Toledo.
Además, Pirotecnia Vulcano presentará un espectáculo secuenciado desde tres puntos de la ciudad, Ayuntamiento, Jardines del Tránsito y el Miradero de Toledo. Los fuegos formarán parte de la partitura. Silbatos, roncadoras y truenos percutirán junto a las campanas bajo la dirección de Barber para terminar con un espectáculo de fuegos artificiales.
No se pierda nuestro especial dedicado al IV centenario del fallecimiento de El Greco
Grecos aires
Llorenç Barber (músico y campanero)
Es Toledo una ciudad muy singular. Por inexpugnable. Por vivir perpetuamente en pie sobre una roca toda ella rodeada de simas y aguas. Pero también por sus abundantes y espigadas torres y espadañas pobladas de viejos bronces. Es un vivir el de los toledanos tan estirado y manierista como las figuras que un españolizado Greco nos dejó. Así es también su vertical sonar campanero. Un salirse de la madre tierra en gavilla de armónicos que corretean en todas direcciones y pueblan los aires de reverberaciones y ecos.
Cuenta Toledo con gran número de campanas, pero es la torre de su Catedral la que atesora no sólo la famosa “Gorda”. Del son de sus 14 toneladas y 2,90 m de diámetro escribirá en 1866 E. de Mariategui que “produce una vibración que atruena los contornos”.
Disponer de un “organicum” tan excepcional es un momento debido que la historia muy pocas veces regala: ¡oídos del ancho orbe dispónganse a adentrarse en suculentas memorias auriculares, siglos son de anhelos, goces y dramas los que salen de alado paseo en este concertarse de distancias, precisiones y alturas!