Por eso, presentar una historia actual, contemporánea, sobre el amor imposible se convierte en todo un reto que el Teatro Real de Madrid ha querido superar al estrenar mundialmente Brokeback Mountain (del 28 de enero a 11 de febrero).
Basada en un texto de la ganadora de un Pulitzer Anne Proulx, esta ópera narra la historia de amor entre dos hombres sencillos, de montaña, muy diferentes entre sí, que viven acorralados por la crueldad y el conservadurismo de la sociedad en la que les ha tocado crecer. El miedo y la amenaza continua, la injusticia, la frustración, el ocultamiento y el dolor profundo marcan su vida y su final. En el trasfondo, la historia de un amor prohibido con puntos en común con una de las óperas trágicas por antonomasia, Tristán e Isolda, de Richard Wagner, que también se representa en estos días.
La música ha sido compuesta por Charles Wuorinen (Nueva York, 1938) y cuenta con la dirección escénica de Ivo van Hove y la musical de Titus Engel. El músico estadounidense está estos días en Madrid supervisando los ensayos y lecturas previas de la partitura, donde ha accedido a conversar con hoyesarte.com.
¿Qué le llamó la atención del relato de Anne Proulx?
Tradicionalmente, la ópera, la ópera trágica, siempre trata de problemas insalvables, trágicos, problemas que eran importantes cuando se escribieron pero que ahora ya no nos resultan tan interesantes. Pero en este caso se da una relación amorosa entre dos personas que está absolutamente prohibida en una sociedad de nuestro tiempo. Se trata de un amor prohibido. Todo sucede dentro de un ambiente muy pasado de moda, muy tradicional, que genera una situación operística y dramática.
«La película no muestra cómo se vería la historia en Wyoming»
¿Es muy diferente la ópera a la versión cinematográfica de Ang Lee?
Muy diferente. La película es mucho más larga y mucho más extensa. Las vidas de la familia de los dos personajes principales se desarrollan mucho más que en la historia o en la ópera. No tenemos tiempo para eso. Una diferencia muy importante es que la relación se ve en la película como algo muy acogedor, muy encantador, muy bonito, pero ese no es el sentido real de cómo se vería de forma natural en Wyoming, donde sucede la historia. Todo es majestuoso, impresionante, pero también profundo, peligroso, la gente mata todo el tiempo, lucha y ataca a animales salvajes. Incluso se atacan y se matan entre ellos. Esos aspectos de la naturaleza, como la amenaza, son muy importantes en la ópera.
La paradoja es que la montaña también representa la libertad de los personajes. Ambos pueden ser ellos mismos porque no hay nadie más allí. Ambos son libres, pueden sentirse como hombres, pero también pueden sentir la amenaza y la muerte.
Brokeback Mountain tiene varias similitudes con Tristán e Isolda. ¿No cree?
Sí, en esencia. Son obras totalmente diferentes y la mía en mucho más corta. Tristán es un gran trabajo, es maravillosa… Bastante tiempo antes de que Mortier me hiciera el encargo, me dijo que su plan era presentar Brokeback Mountain y Tristán e Isolda alternativamente.
¿Puede describir la partitura en términos generales?
Es muy difícil. He dicho muchas veces que no soy nada bueno describiendo mis obras. No sé lo que parecen… Intento hacer mi trabajo lo mejor posible. Creo que hay una parte llamativa de música para western, pero no sé si se puede considerar particularmente conservadora o particularmente progresiva. Ahora mismo es imposible para mí describirla. Habría que pedir a otras personas que lo hicieran.
«Mis abuelos son Stravinsky y Schoenberg»
¿Qué indicaciones le ha dado a Titus Engel o a Ivo van Hove?
La partitura es simple. Titus Engel es, además, un maravilloso director y ha hecho un trabajo muy bueno con esta partitura. La estuvimos leyendo juntos y no tengo mucho que decirle. Parece haberlo entendido todo muy bien. Bueno, en realidad así debe ser una partitura, que alguien pueda leerla, aprenderla y ejecutarla sin que esté presente el compositor.
Sin embargo, hace unos meses, cuando vino a España, dijo que había elementos de esta ópera que no pueden reflejarse en la partitura.
Es imposible expresar todo. Por ejemplo, la notación que yo uso es la ordinaria, pero hay algunas cosas superficiales que no puedes escribir porque no hay una manera práctica de hacerlo. Creo que esto sucede de forma diferente en Europa que en Estados Unidos. Me refiero particularmente al ritmo musical. En Estados Unidos tenemos una tradición rítmica importante, aunque la tradición musical europea sea más larga. Es algo que también ocurre en África. Viene principalmente por el jazz y significa que nuestra actitud es mucho más flexible y algunas cosas hay que verlas con la orquesta, hay que demostrarlas, hay que cantarlas… Cuando estuve en Madrid hace unos meses hice algunas indicaciones de este tipo en las lecturas con la orquesta.
¿Son Schoenberg y Alban Berg sus principales influencias?
Schoenberg… sí. Pero hay también hay otros. Diré que mis abuelos son Stravinsky y Schoenberg, sin olvidar que ambos son completamente incompatibles y que ambos llegaron a ser compositores americanos [se nacionalizaron]. Esto es algo muy importante. En el caso de Schoenberg, en los años 30; y Stravinsky, después de 1940. Son mis abuelos. Mis padres inmediatos son principalmente Elliott Carter y Milton Babbitt. Carter es más o menos conocido en Europa y Babbitt mucho menos. También otros como Stefan Wolpe, un compositor alemán que se mudó de Palestina a Estados Unidos en 1938, y también Edgard Varèse. Hay otras personas importantes para mí. He absorbido influencias de muchos compositores y también he intentado tener mi propia personalidad. Siempre se dice que las óperas de Berg son mi gran influencia, pero no es correcto. Me gustan, por supuesto. ¿A quién no? Particularmente me gusta Erwartung, de Schoenberg, y también la música progresiva de Stravinsky.
«No me preocupa el público del Real»
¿Hay mucho de América en esta ópera?
La ópera sucede en un lugar particular de Estados Unidos, una zona enorme donde están las Montañas Rocosas. Sí, trata sobre el país y sobre la gente que vive en esa zona: personas independientes, seguras de sí mismas y muy conservadoras. La mayor parte son agricultores, rancheros. Wyoming, por ejemplo, no sé si es mayor que España, pero es muy grande. Sin embargo tiene sólo medio millón de habitantes por lo que hay mucho espacio.
El público de Madrid es muy exigente, ¿nervioso?
Por supuesto, es un trabajo largo. He pasado mucho tiempo componiendo. Es increíble ver ahora todas las piezas de la máquina juntas. Es muy emocionante ver todas las cosas involucradas al servicio de la música. La producción de Ivo van Hove es genial, impresionante y todo va ensamblado. Estoy particularmente contento de que el estreno suceda en el Teatro Real. Es precioso, pero además es perfecto. En América tenemos teatros y casas de ópera demasiado grandes…1.700 asientos con una pequeña orquesta. Creo que el Real es absolutamente perfecto.
¿Del público entonces no dice nada?
¿A usted le preocupa? No hay nada que se pueda hacer al respecto, así que no me preocupa.