El extraordinario melodismo de Vincenzo Bellini necesita grandes voces para cantar las arias, cabatinas, dúos y quintetos. Los cantantes protagonistas de estas funciones lucen con sus intervenciones en un escenario luminoso y diáfano que potencia el romanticismo de la ópera.
Juan Diego Flórez y Celso Albelo, Patricia Ciofi y Annick Massis, en los papeles protagonistas, y Nicola Ulivieri, Michele Pertusi, Eleonora Buratto y Sabina Puértolas, entre otros cantantes, son garantía de un espectáculo completo que dirige musicalmente Daniel Oren y escénicamente Marco Arturo Marelli.
Basado en un vodevil y un ballet de Eugène Scribe (1819 y 1827, respectivamente), La sonnambula es un melodrama romántico con todos los ingredientes de intriga amorosa, acompañada por elementos oníricos de la época.
La patología humana
El sonambulismo como fenómeno clínico, nuevo en la época, origina el argumento: una muchacha que padece sonambulismo acaba demostrando su inocencia sobre las sospechas de infidelidad que todos aceptan como ciertas tras ser descubierta una noche en la habitación de un desconocido viajero.
La inocente Amina aparece ante todo el pueblo, sonámbula y poniendo en peligro su vida, atravesando un frágil puente suspendido. La acción del libreto de Felice Romani está situada en una pequeña localidad de los Alpes suizos, en época indeterminada aunque próxima a su estreno, manteniendo aún algunos usos y costumbres propios del Antiguo Régimen.
Los elementos más característicos del drama romántico –amores contrariados, apariciones fantasmagóricas, sueños, etc.– coexisten con una curiosa incursión científica en el mundo del sonambulismo, tratado como pretexto y, al mismo tiempo, como fenómeno de la patología humana.