Precisamente, la esencia de esta nueva producción nace a partir de una escultura de Polzin, ya que Gerard Mortier, anterior director artístico del Real recientemente fallecido, quería partir de un concepto más visual en contraposición al enfoque del teatro, en que suele primar la visión del director de escena.
Para lograrlo, Polzin vació un bloque que se corresponde en su tamaño al volumen interior del escenario del Teatro Real. Con esa escultura escénica intentó crear lugares adecuados para cada uno de los acontecimientos que se desarrollan en la escena y ese marco es en el que Lukas Hemleb recrea el mundo real y sobrenatural de Wagner.
Para él, una producción wagneriana siempre es un desafío «porque además de compositor es el escritor de la ópera». «Es, además, un artista escultor que tenía el interés de crear algo universal y por eso esta obra está situada fuera del tiempo».
Una obra global
El estreno de Lohengrin tuvo lugar el 28 de agosto de 1850 en Weimar, con Franz Liszt en la dirección musical. Sin embargo, Wagner solo la escucharía, en su versión íntegra, en Viena 11 años después del estreno. Considerada la última gran ópera romántica de Wagner, es precursora de algunos de los hallazgos que se darán después en sus dramas musicales.
Polzin insiste en reafirmar esa idea de la obra artística global en las creaciones de Wagner. Para él, en el género operístico se encuentra el lugar perfecto en el que desarrollar este tipo de propuestas. Así confirma el carácter universal de la producción al no localizarla, como ya señalaba Hemleb, en ninguna época concreta, «aunque realmente creo que es una obra que bien puede enmarcarse en nuestros días», afirma.
El coro del momento
Hartmut Haenchen, entre todas las óperas, escogió dirigir Lohengrin en el coliseo madrileño por el potente papel del coro en la obra, ya que inspirado en la tragedia griega, va anticipando el devenir de los acontecimientos, comentando las actitudes de los protagonistas y dictando el veredicto final.
«Mortier me preguntó qué ópera me gustaría dirigir y yo le di tres nombres, Lady Macbeth, Boris Godunov, que ya he dirigido aquí, y ésta. Le dije estos títulos principalmente porque las tres tienen una presencia del coro muy importante. Tener un coro y una orquesta como el que ahora mismo tiene el Real es complicado. El coro de este teatro no es que pueda compararse o estar a la altura de otros coros europeos, sino que me atrevería a decir que es el ‘coro del momento'», señala el maestro alemán.
Para el director estamos ante una obra clave de Wagner porque supone un punto de inflexión e inicia el estilo operístico que iba a tener en el futuro. «Estamos ante una instrumentación novedosa, utilizada en diferentes capas que ya se aprecia en el preludio con la subdivisión de las cuerdas». Para él, lo más destacado de esta producción es que sigue al pie de la letra las extensas fuentes del compositor, que han utilizado para hacer una reproducción lo más fiel posible al propio Wagner.
Las 13 funciones de Lohengrin se ofrecerán en memoria a Gerard Mortier.
Grandes cantantes
Los dos repartos que interpretarán la obra incluyen grandes nombres del repertorio wagneriano. El papel titular será compartido por los tenores Christopher Ventris y Michael König; Catherine Naglestad y Anne Schwanewilms darán vida a la desdichada Elsa, y Deborah Polaski y Dolora Zajick encarnarán a la maquinadora Ortrud. Completan el quinteto protagonista Franz Hawlata y Goran Jurić, como el rey Heinrich, y Thomas Johannes Mayer y Thomas Jesatko como Friedrich von Telramund, debutando los tres últimos en el escenario del Teatro Real.
En torno a esta ópera se ofrecerá el espectáculo familiar Sueños y pesadillas de Wagner, con seis funciones matinales de fin de semana concebidas para el público joven (5, 6 y 13 de abril) y dos nuevas sesiones del taller familiar ¡Los domingos, a la Gayarre! denominadas El caballero del cisne.