La exposición ha sido presentada por Juan San Nicolás, comisario de la exposición; Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, y Carmen Cervera, baronesa Thyssen-Bornemisza. «Siempre he creído en los grandes pintores españoles y Regoyos es uno de mis preferidos», ha asegurado Cervera, en cuya colección se cuentan cuatro obras de este autor.
Juan San Nicolás, incuestionable experto en Darío de Regoyos, ha esbozado algunas de las características más importantes del pintor, así como su relación con el movimiento impresionista internacional y las dificultades que tuvo que superar en su país de origen. «Paisajista, impresionista y puntillista. En la tradicional España, eso le perjudicó mucho».
La originalidad cromática y la audaz representación de los fenómenos lumínicos y atmosféricos hacen de los paisajes de Regoyos uno de los episodios más innovadores del panorama artístico español de la época. Por otra parte, su temprana relación con pintores, músicos y literatos belgas y franceses, y su activa participación en los círculos artísticos de vanguardia, configuran el perfil más internacional de la pintura española de finales del siglo XIX. Como contrapunto, las obras que muestran la “España negra”, recogiendo la tradición cultural española más sombría.
Cuatro etapas
La pintura de Regoyos se puede dividir en cuatro etapas, que se diferencian claramente en esta muestra. Inició su formación en Madrid, aunque rápidamente se trasladó a Bruselas, donde formó parte de los grupos europeos de vanguardia L’Essor y Les XX y se interesó por los efectos de la luz, pintando principalmente retratos y paisajes.
Su vuelta a España y sus viajes por toda su geografía dieron lugar a un nuevo periodo en su pintura, “La España negra”, una serie de obras más simbolistas en las que muestra el lado más sombrío de la tradición española.
Posteriormente, y gracias a su amistad con artistas como Seurat, Signat y Pissarro, conoció y comenzó a aplicar la técnica puntillista, aunque su etapa más conocida es la impresionista, a la que la exposición prestará una especial atención con un importante número de obras.
Su personalidad, intereses y evolución estética se podrán observar en una exposición que incluye alrededor de cien obras entre óleos, pasteles, acuarelas, dibujos y grabados, además de documentos originales como cartas y fotografías.
Viajero incansable
De origen asturiano, Regoyos se forma inicialmente con los maestros Carlos de Haes en Madrid y Joseph Quinaux en Bruselas, con los que descubrió la paleta clara y la pincelada de toque aplicadas al paisaje, género por entonces aún poco apreciado pero que, sin embargo, captó toda su ambición como pintor. Su aprendizaje se enriqueció en contacto con los artistas belgas y franceses James Ensor, Camille Pissarro, Georges Seurat y Paul Signac, y con el norteamericano James McNeill Whistler, llegando a formar parte de los grupos europeos de vanguardia L’Essor y Les XX.
A lo largo de su vida realizó numerosos viajes por España, Bélgica, Holanda, Francia e Italia en busca de motivos pictóricos. En 1885 se traslada a Londres con su amigo el poeta Émile Verhaeren para visitar a Whistler, autor de un retrato de Regoyos hoy desaparecido. Pocos años después recorrió con Verhaeren la geografía española, experiencia que daría origen al libro España negra (1899).
Durante este periodo, Regoyos participó habitualmente en muestras colectivas en Bruselas, Amberes, Gante, Ámsterdam, París, Madrid o Barcelona. Por mediación de su amigo Pissarro, en 1897 comenzó a exponer individualmente en París. Con el cambio de siglo se vinculó al grupo de artistas vascos –Manuel Losada, Francisco Iturrino, Pablo Uranga, Ignacio Zuloaga– que, desde Bilbao, trataba de renovar el contexto artístico local. En 1907 se desplaza con su familia a Vizcaya y se instala en Durango y, más tarde, en Bilbao y Las Arenas. En 1912 se establece en Barcelona y, aunque ya gravemente enfermo de cáncer, celebra allí dos importantes exposiciones y continúa pintando al aire libre. Un año después, moriría tempranamente a los 55 años de edad.
Darío de Regoyos fue uno de los pocos artistas españoles que adoptó las teorías impresionistas y que, a pesar de la incomprensión de una parte de la crítica, se mantuvo fiel a ellas a lo largo de toda su carrera; por ello, el núcleo de la exposición está dedicado al Regoyos impresionista, reuniendo un importante conjunto de óleos que dan cuenta de las novedades que aportó a la pintura de paisaje de la época, con una primera sala dedicada a los años iniciales de formación y dos espacios que muestran las obras de la España negra y las de su breve etapa de experimentación divisionista. Se han incluido también en el recorrido algunas vitrinas con documentación original que ha servido para poner al día aspectos poco conocidos de su personalidad, sus relaciones profesionales y su perfil biográfico.
Primeros años
En 1879 viaja por primera vez a Bruselas donde conoce a los artistas más innovadores del momento. Testimonio de estas relaciones internacionales son los paisajes brumosos de la capital belga. Ya en esta etapa inicial manifiesta el interés por los efectos lumínicos, que mantiene a lo largo de toda su carrera, y pinta sus primeros nocturnos. Los fenómenos atmosféricos le dan también ocasión para experimentar con la pincelada y el color. En este primer espacio se incluyen además dos autorretratos del pintor y algunos retratos realizados por sus amigos, como Guitarrista. Retrato del pintor español Darío de Regoyos (1882), de Théo van Rysselberghe, que muestran el lado más humano del artista.
España negra
En 1888 conoció los paisajes y rituales de la España provinciana, más tradicional y en ocasiones sombría, en el viaje que realizó junto al poeta Émile Verhaeren quien, a su regreso a Bélgica, publicaría en una revista sus impresiones. Diez años después fueron traducidas y Regoyos las ilustró con xilografías, dando como resultado el conocido libro España negra. El pintor dedicó numerosos óleos y obras sobre papel a este mismo tema que, hasta comienzos de siglo, alternó con los paisajes impresionistas. Víctimas de la fiesta (1894) y Vendredi Saint en Castille (Viernes Santo en Castilla, 1904) son, con su crudo simbolismo, obras paradigmáticas de este momento.
Divisionismo
En 1887, Regoyos se interesó por el neoimpresionismo o divisionismo tras conocer en París y Bruselas sus primeras formulaciones de la mano de Seurat, Signac y Pissarro. Las redes (1893) es una obra maestra de este periodo, que fue breve –básicamente, entre 1892 y 1894– debido a que esta nueva técnica le impedía pintar al aire libre. Después emplearía el característico toque puntillista de manera ocasional para conseguir nuevas texturas y matices de luz en sus paisajes.
Impresionismo
Darío de Regoyos es el artista que mejor representa al movimiento impresionista en la pintura española, con un estilo que se puede denominar plenamente impresionista en un sentido amplio y que desarrolló a lo largo de toda su trayectoria artística. Quiso expresar en sus obras la impresión inmediata que produce la apariencia de las cosas, la fugacidad de los efectos de la luz y la presencia rotunda de las sombras. Trabajaba directamente del natural, au plein air, con rapidez y sin bocetos previos; por ello, abundan en su obra los formatos pequeños y medianos, más fáciles de transportar.
El paisaje le permitió investigar sobre la luz y sus efectos fugaces y sobre el color. Las salidas y puestas de sol, los días nublados, la luz crepuscular y los nocturnos, los vendavales y aguaceros, fueron sus temas preferidos. En obras como Aguacero. Bahía de Santoña (1900), Lumière électrique (Luz eléctrica, 1901), El Urumea (1904) o La Concha, nocturno (c. 1906) se hace evidente este interés por reflejar distintos fenómenos relacionados con la luz –el arco iris, la luz diurna o nocturna, de gas o eléctrica, la nieve…–, que alcanza su máxima expresión en la representación de un mismo motivo en dos momentos distintos del día: Plaza de Burgos por la mañana y Plaza de Burgos al atardecer, ambas pintadas en 1906.
El humo y el movimiento de barcos y trenes, propios de la vida moderna, también aparecen a menudo en su obra, tal y como refleja en la estampa bilbaína El puente de El Arenal, fechada en 1910.
En el País Vasco
Viajero incansable, sus campañas de trabajo en el País Vasco fueron regulares entre 1884 y 1912, y durante largos periodos de tiempo residió en Irún, San Sebastián, Las Arenas y Durango. Prefería trabajar bajo la luz fina del Cantábrico, aunque pintó también en otras latitudes más meridionales, como en Salida del sol en Granada (1911) o Almendros en flor (c. 1905), captada en Castellón.
El baño en Rentería (1900) o Viaduco de Ormáiztegui (1896) son buenos ejemplos de estos años de plenitud, y representan también elementos compositivos característicos, como las escenas a vista de pájaro, las diagonales en profundidad y los encuadres fragmentados que derivan del uso que los impresionistas hicieron del conocimiento de la estampa japonesa y de la influencia de la fotografía.
En toda su obra es escasa la presencia individual de la figura humana, no así la de los grupos y multitudes, que Regoyos representa de una forma indefinida y sin detalles para dotar de vida y movimiento a las escenas de mercado, fiestas o procesiones.
La exposición termina con una selección de obras que pinta durante su último año de vida, en Barcelona, incorporando a su pintura el paisaje de diversas comarcas catalanas, algunas vistas de la Ciudad Condal y otras escenas que, como El gallinero (1912), captaba en su entorno más inmediato.
Fructífera coproducción
La exposición ha sido producida por el Museo de Bellas Artes de Bilbao con la colaboración del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y el Museo Carmen Thyssen de Málaga, a donde viajará posteriormente una versión algo más reducida.
Los tres museos han contribuido con piezas destacadas de sus respectivas colecciones, a las que se han sumado otras instituciones relevantes, como los Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique, el Musée d’Orsay, el Museu Nacional d’Art de Catalunya y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, entre otros, así como numerosas colecciones particulares.