Aspectos tan variados como el origen y la evolución de la vida, los secretos de su formación y el tiempo asociado a la misma, la pervivencia de la energía vinculada a la materia, el misterio insondable de la creación y el papel del artista como demiurgo o hacedor, capaz de insuflar espíritu y aliento poético a todo aquello que toca son algunos de los temas que aborda Yamaguchi.
Algunas de estas reflexiones se aprecian en obras como El transcurrir de la vida, serie de cuatro piezas instalada en el patio de Velarde que muestra la evolución de las formas desde el volumen prístino del cubo perfecto a las formas moleculares, plenas de vida (o de muerte, por asociación con su color negro), presentes en su producción más reciente y moduladas por la mano hábil del artista sobre la dura piedra de Calatorao. Volúmenes pesados (cada pieza supera los 200 kilos de peso) y compactos que contrastan con la levedad férrica de Hélice y Doble hélice, esculturas instaladas en el mismo patio de Velarde que se desarrollan como “dibujos en el espacio”, inmortalizando el recorrido y la transformación de la vida.
Esta visión se completa en la sala con otras dos estructuras moleculares y muy especialmente con sus trabajos sobre el Big Bang, en los que las formas estallan, nacen y se transforman a través del fino trazo dibujístico o del kizamu, término polisémico japonés que hace alusión al paso del tiempo, pero también a las acciones de rayar, de grabar, y que es utilizado por Yamaguchi para referirse a una peculiar técnica en la que, a través del paso del tiempo y mediante el rayado insistente (en ocasiones llega hasta las dos mil incisiones) de una mezcla de resina con polvo de mármol, yeso y pintura, consigue transmitir toda la fuerza expresiva de la gran explosión creadora del universo.
En palabras del propio artista, con este proyecto “trato de crear escultura. Al comenzarla, al tallarla, se aplica fuerza al material, energía, pensamiento, tiempo e ideología. El sentimiento de ese crecimiento, de ese proceso, por consiguiente de esa vida, aquí representada, se convierte en una forma que es derramada por la mano que la crea. Ese acto es por tanto arte, por tanto vida, por tanto muerte”.