«El gran reto fue que un creador como Mortier se pusiera en contacto conmigo, y juntos diseñar un territorio que afortunadamente para mí podía representarse desde el recurso alegórico. Mortier es una persona con un sentido ético muy aguzado sobre todo lo que acompaña al proceso creativo. Fue un largo proceso de meses que supuso para mí una introducción a un mundo que no conocía. La vanguardia hace ya mucho tiempo que lleva instalada en la ópera. La novedad es que Mortier intuyó que el registro fotográfico es el que mejor puede aludir a un público más contemporáneo», explica Dávila.
Un trabajo conceptual y contundente en blanco y negro con el que Dávila reinventa en clave fotográfica el imaginario de las grandes óperas que pasaron por el Teatro Real en aquella temporada 2012-2013, como The Perfect American, de Philip Glass; Don Giovanni, de Mozart; Il Postino, de Daniel Catán; Boris Godunov, de Musorgski; La flauta mágica, de Mozart; Macbeth de Verdi; Lo real, de Israel Galván; Parsifal, Richard Wagner, Moses Und Aron, de Arnold Schönberg; Danzas, de Mozart; Il prigionero/Suor Angelica, de Dallapiccola-Puccini o Cosí fan tutte, de Wolfgang Amadeus Mozart.
Sobre el artista
Ricky Dávila (Bilbao, 1964) estudia Biología en la UPV y se gradúa en el ICP de Nueva York en 1990. A lo largo de los noventa desarrolla su trabajo en el terreno del reportaje.
Miembro de la agencia Cover y colaborador de El País y otros medios, publica su trabajo dentro y fuera de España, y recibe galardones como el Fotopres, World Press Photo y Ortega y Gasset. En la última década, su trabajo se reorienta al ámbito del fotolibro y las exposiciones. Es autor de cinco libros de autor y una veintena de exposiciones individuales. Actualmente dirige el Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao.