La larga trayectoria de Eugeni Forcano (Canet de Mar, 1926), Premio Nacional de Fotografia 2012, es la de un autodidacta que siempre ha observado su entorno de forma inquieta y escrutadora, intentando atrapar los momentos que más le atraían. En palabras de Giralt-Miracle, se trata de «un hombre nacido de la cultura urbana, con mucho instinto. Un hombre que ha tenido que luchar para ganarse la vida, pero que descubrió en la fotografía un instrumento privilegiado».
Forcano cuenta con una producción prolífica y conserva todos sus archivos. Ante este volumen de imágenes, la selección de las 150 obras que componen la exposición no ha sido una tarea sencilla. Durante dos años, el propio autor y el comisario han llevado a cabo una labor minuciosa para destacar el trabajo que mejor identificara a Forcano. El resultado es un paseo a través de la obra de este fotógrafo en el que, sin ser exhaustivo ni completo, «queda reflejado lo más esencial de su trabajo y, sobre todo, de su trabajo documental-social», destaca el comisario.
Denuncia social
La obra de Forcano se puede dividir en tres períodos. En el primero de ellos destaca el fotoperiodista que realiza fotos para Destino en blanco y negro. Se trata de una fotografía de denuncia que deja después del 75 con la llegada de la democracia. «Le preocupaba la pobreza, los desvalidos, el mundo de aquellos que lo están pasando mal en la vida, la caridad, el hambre, los que están postrados en la calle. Hace un reportaje social que refleja su inquietud intelectual sobre la sociedad. En el fondo es una denuncia, no hecha de una forma provocativa sino reflexiva», explica el comisario.
Las 125 fotografías que se pueden ver en este apartado de la muestra se dividen en temas diversos como La Barcelona del desarrollo, La vida rural, Banyoles. Día de mercado, Gente gitana, La magia de las fiestas, Las formas de la dictadura, Curas y monjas, Miserias humanas, Vida en la calle, La seducción de un instante y Tipos con carácter.
Todo ello se complementa con una selección de revistas, especialmente del semanario Destino, libros que reprodujeron su trabajo y la proyección del capítulo dedicado a Forcano incluido en el proyecto La voz de la imagen.
Onírico y surrealista
Con la muerte de Franco y la llegada de la Transición, después del año 1975, Forcano se dedica a la fotografía de moda, donde realiza muchos retratos pero mucho más convencionales. Esta etapa no se refleja en la muestra, pero sí la última de su carrera en la que «empezó a experimentar con el color y la luz» como generadores de imágenes. Comenzó a realizar fotografías abstractas indagando en lo analógico, con flashes y placas de colores. Gracias a estos experimentos, entre 1980 y 1995 se sumerge en un mundo onírico y surrealista con imágenes «que son más poéticas y plásticas que documentales».
Como afirma Giralt-Miracle, esta culminación de su vida profesional «es un esparcimiento, una recreación, ya en la última fase de la vida dominaba los recursos y con ellos hace una recreación plástica. La foto de color es más esteticista y, en cambio, la de blanco y negro es netamente documental».