Esta colección se caracteriza por ofrecer un amplio y variado abanico de prendas. La mayoría son de la segunda mitad de siglo y pertenecen a la alta sociedad, muchas de ellas destacan por la excelente calidad de sus tejidos y bordados, particularidades que permiten evocar la frivolité de una clase cortesana, galante, refinada, exótica y sensual.
Entre las piezas hay vestidos, casacas, chupas, calzones o jubones, además de complementos como abanicos o bolsos y una serie de objetos también pertenecientes a la colección de San Telmo que sirven de contextualización: estampas, cuadros, revistas de moda, etc.
A estas piezas se unen pequeños relatos que recogen diferentes aspectos de la moda francesa del siglo XVIII, presente en todas las cortes europeas, así como los gustos estéticos, hábitos y costumbres de la sociedad que representaron.
La huella del tiempo
Así el visitante puede conocer qué es un vestido a la francesa o cómo se evoluciona de la casaca al frac, pero también qué se hizo para prohibir la bragueta o qué expresiones se utilizaron para matizar el color amarillo.
El paso del tiempo ha dejado huella en estas prendas, que con frecuencia se arreglaban cuidadosamente para seguir las nuevas modas y existen datos que evidencian que fueron recicladas posteriormente como trajes de disfraces, indumentaria teatral u ornamentos eclesiásticos.
La restauración de esta colección es uno de los principales trabajos que se ha realizado en la preparación de la muestra. Un resumen de estos trabajos se puede contemplar en el audiovisual que se presenta en la última sala de la exposición, con el fin de dar a conocer con mayor detalle una labor lenta pero necesaria. También están a disposición de los visitantes unas tabletas en las que se han volcado información y fotografías de estas restauraciones.
Historia de una donación
Gran parte de la colección del Museo de San Telmo fue donada por la esposa del pintor Santiago Arcos Ugalde (Santiago de Chile,1852- San Sebastián, 1912), Concepción Cuadra y Viteri, en su nombre en la década de 1940. Las relaciones sociales tejidas por su padre, su situación económica y su proyección artística situaron a Arcos como personaje de referencia de la alta sociedad parisina, madrileña y también donostiarra. Mantuvo excelente relación con la reina Isabel II y la reina de Serbia. En el Museo San Telmo hay tres obras suyas: Felipe IV, Monte Adarra y Juego de la Pelota de Hernani, esta última donada por el propio pintor en 1904.
Existen diferentes hipótesis sobre cuáles son los motivos del pintor por hacerse con esta colección. Por un lado se piensa que era porque era un pintor costumbrista, para el que contar con objetos de época, no solo vestimenta, era una cuestión importante, pues era un material que le permitiría contextualizar su obra y hacerla del gusto de los clientes. Por otro lado, la participación de Santiago Arcos y su mujer en bailes de trajes y disfraces en los que a menudo era obligatorio caracterizarse al estilo dieciochesco invita a pensar en la posibilidad de disponer de un vestuario adecuado.
Acerca del modo en que las prendas llegaron a manos de Arcos, la etiqueta a nombre de “THE[ât]re V. Dèjazet” en una de las chupas de la colección puede ayudar a arrojar luz sobre esta cuestión. Virginie Déjazet era una actriz que representó muchas obras de carácter histórico, en los que recreaba personajes centrales de la política y del pensamiento francés de los siglos XVII y XVIII. Contar con un vestuario apropiado para estas representaciones era algo obligado, más aún cuando se llega a regentar un teatro, tal y como sucedió con esta actriz.