«Quería hacer una exposición no al uso, una especie de instalación. De hecho mi trabajo puede presentarse de una forma muy tradicional, en una galería tradicional en una exposición de corte tradicional o también como lo hemos hecho aquí, algo más mural. Quería activar todo el espacio de la galería montando imágenes sobre los muros a distintos niveles y crear una especie de narrativa visual y conceptual que conectase todas las imágenes y permitiese un recorrido constante sobre el espacio cúbico de la misma», cuenta el artista.
Doble juego
Así, Perdiguero ha colocado un grupo de monos que van desplazándose en círculo en la línea de tierra: algunos están colgándose de los árboles o de lianas y otros están parados mirando al espectador. Mientras, en la línea de cielo, ha situado diferentes aves: águilas, buitres y cuervos de varios tamaños para crear una situación ficticia de profundidad y movimiento. Éstas están volando en círculo a distintos niveles y, a la vez, están acechando a los monos que, sumergidos en su propio mundo, no se dan cuenta de lo que está pasando por encima de ellos.
«Siempre he utilizado el animal como una metáfora para hablar del ser humano. Así, el mono le representa directamente, es el ser social y todo es un poco una crítica a la sociedad contemporánea en la que vivimos. Los monos están muy disociados del peligro que suponen las aves que vuelan sobre ellos y que están al acecho. Cada uno de ellos tiene una expresión de alienación, aburrimiento, expectativa… a pesar de que están muy metidos en su propio mundo, que es el trozo de papel en el que han sido dibujados. Simbolizan la desconexión en la que vivimos a pesar de estar todos conectados y revueltos. Hay un individualismo muy fuerte y de solidaridad que va cambiando. Las aves, por su parte, simbolizan todas las amenazas que hay en nuestras vidas y de las que muchas veces no somos conscientes, en parte porque no queremos hacernos cargo. Vivimos en una especie de desconexión absoluta con la falta de crítica que pueden tener determinados actos. La obra es una reflexión sobre lo que está sucediendo a nivel social y a nivel político», confiesa el autor.
Las imágenes que Perdiguero ha utilizado provienen de tres fuentes diferentes: algunas se las ha encontrado navegando por internet, otras son imágenes que otros artistas le han regalado para que las utilice en sus obras y otras son fotos que ha sacado él mismo en zoológicos. «Cuando voy a una ciudad distinta suelo visitar el zoológico y hago fotos o bocetos. Luego, la obra en sí puede estar inspirada en una, dos, tres o cuatro fotografías o pueden venir directamente de una en concreto».
Un animal más
Perdiguero se formó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid como un pintor muy tradicional, pero interesado por la fotografía y el dibujo. A pesar de esa formación tradicional, siempre reaccionó contra ella. Consiguió una beca para estudiar en la Universidad del Estado de Nueva York y allí cursó un máster que le permitió trabajar de forma interdisciplinar y mezclar fotografía con pintura y dibujo. «La base de mi trabajo es el dibujo, lo que pasa es que lo hago de una forma muy poco ortodoxa, ya que utilizo tinta de grabado que, en realidad, se usa para imprimir. Me gusta su textura porque me recuerda a la textura pictórica. Por otro lado hago imágenes muy fotorrealistas porque ahí está el interés sobre el medio fotográfico. Al final ni me considero pintor, ni me considero dibujante, ni mucho menos fotógrafo… Cojo un poco de las tres tradiciones».
Trabajó con la figura humana hasta 2005. Luego reconoce que llegó un momento en que ya no le servía. «Necesitaba hacer algo de forma más metafórica, hacer algo más a nivel expresivo. Así empecé a trabajar con el perro porque siempre me ha fascinado por su proximidad al ser humano. Ahí empecé a analizar también la identidad del mono y, más recientemente, la del pájaro. Todos son una reflexión sobre nosotros. Ahora voy a volver a trabajar con la figura humana, pero en el contexto de los animales, es decir, como un animal más».
Catedrático de Dibujo en la Facultad de Artes Visuales de la State University of New York, Juan Perdiguero ha recibido numerosas becas, premios y residencias artísticas.
El proceso
En cuanto a la técnica, Perdiguero trabaja sobre papel fotográfico, blanco y negro RC, un papel con una base de resina tamaño mural, de gran formato. Después lo corta en trozos de entre 1,80 y 2,20 cm y en un taller fotográfico coloca el papel plano sobre una especie de bañera, le aplica disolventes o químicos, además de revelador y fijador con distintos tipos de tóner, y mediante un proceso químico de revelado y de exposición a la luz de la emulsión fotográfica genera manchas pictóricas espontáneas. «Luego me llevo el papel al estudio y, una vez que está seco y fijado, elijo la imagen que voy a dibujar. Siempre como referencia tengo varias fotografías. Después dibujo a mano alzada la silueta del mono o del pájaro sin ningún tipo de proyección y cubro todo el espacio silueteado con tinta de grabado negra diluida con un poco de aceite de linaja. Luego levanto esa mancha negra con papel toalla, papel de cocina o de algodón. A medida que voy eliminando la tinta voy creando la imagen del mono, del perro o del pájaro».
Así consigue crear una especie de claroscuro muy dramático. Sus imágenes son muy tridimensionales porque el blanco del papel va apareciendo levemente a través de la imagen y se van creando las medias tintas y los medios tonos.