Si nos dedicamos a lubricar engranajes o a traducir manuales de instrucciones quizás no nos crucemos nunca con las personas a las que nuestro trabajo afecta íntimamente. Ahora bien, si nos relacionamos directamente con individuos de carne y hueso hay trances difíciles de evitar.
Para los médicos, los tenderos, los policías municipales o cualquier otra profesión en la que el contacto es inevitable, los problemas pueden aparecer en cualquier momento. Y si eres director de una sucursal bancaria, todavía peor. Las cosas pueden llegar a complicarse de manera alarmante.
Cartas sobre la mesa
Hasta ahora, cuando alguien necesitaba dinero iba al banco y pedía un crédito. La mayor parte de las veces tú se lo concedías, pero si no era así, callaban y volvían a casa, cabizbajos, conformados, pensando que las cosas iban muy mal, que el crédito no fluía y te dejaban en paz. Hoy ya no puedes confiarte.
Hoy, quizás, cuando les niegues el crédito ya no se irán a casa con el rabo entre las piernas. Hoy quizás se plantarán delante de ti y pondrán las cartas sobre la mesa y te dirán que son ellos los que tienen la sartén por el mango, que si no les das el dinero tomarán medidas. Nada violento, pero quien sabe si la amenaza será cierta y llevarán a cabo esa acción que puede convertir tu vida en una auténtica catástrofe.