Situada en un lugar estratégico, en la Vía Francígena, un importante camino medieval que llevaba a los peregrinos del norte de Europa a Roma, y desde los puertos italianos a Tierra Santa, Siena fue un lugar de intercambios comerciales y culturales que la convirtieron en uno de los principales centros artísticos, intelectuales y financieros de Europa.
Los artistas sieneses disfrutaron de una excelente reputación siendo célebres por el refinamiento de sus pinturas, que a menudo eran pequeños dípticos muy fáciles de transportar, retablos portátiles y miniaturas, que acabaron distribuyéndose a través de esta ruta, inspirando a otros centros de arte en Italia y dejando su huella en toda Europa.
El arte de contar
La muestra Pintura de Siena recoge obras de los grandes artistas que han marcado la historia de la ciudad y su arte. Duccio, Simone Martini, los hermanos Lorenzetti, Sassetta y Giovanni Di Paolo fueron algunos de los precursores de este nuevo estilo que rompía con la tradición bizantina y sus figuras idealizadas, divinas y estáticas, para interesarse por el espacio y desarrollar así un lenguaje visual más narrativo.
Los pintores de Siena narraban las historias bíblicas de una manera animada y reconocible, con una apariencia más humana, mostrando sentimientos y con ropa de su tiempo, de manera que los fieles se podían identificar mejor con estos ejemplos piadosos, a la vez que servían para enseñar a la población analfabeta.
El visitante se encontrará con un discurso expositivo marcado por los temas religiosos, ya que estos eran los más significativos de la pintura gótica. El recorrido cronológico utiliza los colores del escudo de armas de Siena (blanco y negro), que contrastan con los dorados y los colores profundos de las obras expuestas. La Virgen con el niño es la protagonista, aunque posteriormente se representan los santos y los generales y mujeres de la historia de la ciudad.