Escrita y dirigida por Miró, esta obra abre interrogantes sobre los miedos contemporáneos, los prejuicios y la confianza. «Parece que habla de un caso de pederastia pero no, habla de la situación actual, de nosotros mismos», asegura su director.
El principio de Arquímedes no es un texto al uso, sino que «está escrita de forma desestructurada. Son siete escenas que el espectador recibe como un puzzle». La información se transmite como si de una noticia periodística se tratara.
La obra, en la que actúan Albert Ausellé, Roser Batalla, Rubén de Eguia y Santi Ricart, se desarrolla en el vestuario de una piscina. Un monitor de natación abraza y da un beso a un niño en la piscina. Con este simple gesto comienzan los interrogantes, ¿es ternura o algo más?
A partir de ahí se levanta rápidamente una tormenta de suposiciones, malentendidos y desconfianzas que aturden al protagonista, a sus amigos e, incluso, al espectador. Gestos aparentemente inocentes que, sumados a una impenetrable capa de prejuicios, se transforman en miedo y violencia y que no dejan a nadie indiferente.