Según Carolina López, comisaria de la muestra junto con Amparo López, conservadora-jefe del Museo Lázaro Galdiano, «en la obra de Švankmajer se combina la fascinación por la naturaleza, el cuerpo humano, la comida y el teatro. Todo su cine está vinculado a la magia de la transformación: cuerpos que crecen, casas que se destruyen, rostros que devoran muñecas que se multiplican, personas que se disfrazan y troncos animados son solo una muestra de su universo vivo y maleable».
Singular colaboradora
Además, la comisaria destaca que en sus películas contó con una singular colaboradora, su esposa, la artista Eva Švankmajerová (1940-2005), inscrita también en el grupo surrealista checo. Eva colaboró en la dirección de arte de un gran número de sus películas y fue la autora de numerosos carteles promocionales de sus filmes.
Švankmajer se refiere a la animación como una operación mágica: “la animación es magia y el animador es un chamán”. Un teatro de marionetas familiar clásico con decorados litografiados, un telón rojo y pequeñas marionetas, que su padre le regaló cuando tenía ocho años, fue el inicio de su larga relación con este medio.
Esta exposición se enmarca dentro de la muestra que actualmente se exhibe en La Casa Encendida, Metamoforsis, las visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los Hermanos Quay, coproducida con el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde se ha podido ver previamente.