De la Cruz usa el lenguaje del minimalismo, centrándose en los monocromos. Así, el color azul es el que más destaca en su nueva exposición. La artista desvincula con destreza la pared del lienzo, de manera que los muros de la galería sirven de punto de apoyo a las obras, y el suelo se convierte en la base de lo que podría haber sido una pintura y que se nos presenta como escultura. De no ser por el cuidado acabado de cada una de las obras, el mimo con el que se doblan y el orden que las compone, pensaríamos que son obras imperfectas, desechadas y algo torturadas.
Los Nothing consisten en lienzos que se reducen a su mínima expresión, dando lugar a pequeñas esferas a punto de desplegarse. La serie Roll surge a partir de lienzos enrollados que descansan sobre la pared, y la obra de mayores dimensiones Drop está marcada por las huellas de la silla de ruedas de la artista. Cuando Ángela de la Cruz decide colgar sus obras, estas, descontentas con su función, parece que intentan desvincularse del marco de madera que las limita.
Además de lienzos con voluntad de esculturas, Ángela de la Cruz presenta un conjunto de obras que titula Throw. Son, contraponiéndolas a los otros trabajos que presenta en la muestra, esculturas con voluntad de pinturas. En definitiva, esqueomorfos monocromos en aluminio de lo que sería una caja de cartón doblada. En esta serie existe el juego del trompe l’oeil (trampantojo), y lo que en apariencia es blando, realmente es duro. En su juego de inversos, la artista cuelga en la pared, esta vez sí, lo que en realidad estamos habituados a ver en el suelo, que son las cajas de cartón.