La muestra, que sustituye a la cancelada de Valentino, está comisariada por Eloy Martínez de la Pera y ofrece un enfoque de sus colecciones a lo largo de medio siglo, desde la fundación en 1952 en París de la Maison Givenchy a su retirada profesional en 1996.
Los vestidos que diseñó para algunas de las personalidades más icónicas del siglo XX, como Jacqueline Kennedy, la duquesa de Windsor, Carolina de Mónaco o la que fue su musa y amiga, Audrey Hepburn -que vistió en películas como Sabrina o Desayuno con diamantes-, sus creaciones más originales como la blusa Bettina o el vestido saco o sus admirados diseños de prêt-à-porter, concepto que él mismo creó en 1954, se muestran junto a un conjunto de obras de diferentes épocas y estilos de las colecciones del Thyssen-Bornemisza.
Balenciaga y España
En 2011, Hubert de Givenchy fue galardonado por el Gobierno español con la Orden de las Artes y las Letras en «reconocimiento a su trayectoria en el diseño de moda, con un talento incomparable, que lo convierten en un icono que permanece inalterable al paso del tiempo. Y por su infatigable labor de difusión de la figura y la obra del maestro Cristóbal Balenciaga, que sigue inspirando y alentando el trabajo de los creadores de moda en España».
Hubert Taffin de Givenchy estudió en la Escuela de Bellas Artes de París y empezó en la moda en las casas de Lucien Lelong, Piguet, Jacques Fath y Elsa Schiaparelli hasta que abrió su propia firma con el apoyo de Cristóbal Balenciaga. En los años 50 realizó trajes para la actriz Audrey Hepburn que ejercieron una gran influencia y en los que todavía se inspiran muchos diseñadores. Otras clientas famosas fueron las actrices Liz Taylor y Jean Seberg. En 1988 vendió la firma, pero siguió dirigiéndola hasta 1996, año en el que se retiró.
Creaciones innovadoras
El recorrido comienza con un primer espacio dedicado a los comienzos de la Maison Givenchy, en 1952, con piezas destacadas de la que fue la primera colección en su propia casa de costura. Destaca entre ellas la famosa blusa Bettina, llamada así en honor de una de las modelos más bellas de la época y buena amiga del diseñador.
A la blusa Bettina le siguieron otras creaciones surgidas de una imaginación adelantada a su tiempo, como unos vestidos de noche con el cuerpo suelto que podían llevarse también con falda o pantalón; elementos intercambiables que se dejaban a la imaginación y estilo de las clientas para combinarlos entre sí, de ahí su nombre: Separates.
Una fantástica selección de vestidos cortos, piezas de indumentaria en piel y delicados trajes en seda y lamé protagonizan las salas siguientes para mostrar una de las principales enseñanzas de su maestro Balenciaga, la importancia de los tejidos. Este trabajo con los distintos materiales junto al tratamiento cromático que les daba hicieron de él un diseñador innovador y rupturista, pero sin perder nunca de vista la elegancia y la sencillez esencia de su talento. El recorrido culmina con una muestra de vestidos que combinan el blanco y el negro, introduciendo la que será una de sus mayores señas de identidad: la maestría con el color negro.
«Su ropa es la única con la que me siento yo misma. Es más que un diseñador; es un creador de personalidad»
Audrey Hepburn