Dice Paolo Pinamonti, el director artístico del Teatro de la Zarzuela, que el proyecto es un reflejo de una programación que demuestra la relación de la música española con otros géneros como la música de EE.UU. y así, en torno a esa idea, se estrena ahora en España el primer musical de éxito de Gershwin junto con la opereta de Francisco Alonso, precisamente poniéndolas en diálogo.
El musical en Estados Unidos nacía a principios de los años 20 y planteaba una coherencia narrativa y dramática unida por una serie de canciones como elemento básico de la parte musical. Teatro, danza y música reunidas en un mismo espectáculo que hoy conserva su éxito extendido ya al mundo entero. De la misma forma, la opereta se presentaba en España desde la segunda mitad del siglo XIX y buscaba variantes hasta lograr su explendor precisamente en los años 40 con las obras de Guerrero, Sorozábal o Alonso.
Una música para divertir
Nos encontramos con que Lady, be good es una historia sencilla y muy sentimental conocida por todos también gracias a los hermanos Adele y Fred Astaire. La canción que le da título se ha convertido con el tiempo en un ejemplo de modelo de jazz propio de las comedias musicales y el título ha pasado a la historia por la buena integración de las canciones con la trama en sí.
A Emilio Sagi le parece importantísimo defender la música que sirvió para entretener y divertir a mucha gente en una época difícil y miserable y para él hoy por hoy en España es muy difícil defenderla: «No sé de su calidad, pero sí sé que calentó el corazón de mucha gente y por ello tiene un gran valor».
El encargo le hizo además especial ilusión, entre otras cosas, por el reparto de las dos producciones. «La mayoría de los cantantes son líricos, pero también hay algunos que son más de musical y más cercanos al pop. Todos ellos son muy profesionales y disciplinados y aquí no sólo cantan, sino que también bailan todo el tiempo, algo fundamental en este género».
Revisión de los textos
Sagi ha llevado a cabo una labor de condensación muy importante -intentando «hacer una llamada a la venta del espectáculo»- por lo que ha cortado mucho del texto de ambas obras. Así, en Lady, Be good ha prescindido de algunas partes del texto hablado (siempre en inglés), pero dejando en todo momento que la historia se entendiera. “En el caso de la música no se ha cortado nada, incluso al revés, ya que hay una canción que se hace dos veces”, matiza.
La labor de revisión del texto de Alonso ha sido mucho mayor: “Creo que la zarzuela es un género maravilloso en el que si no estamos dispuestos a hacer reformas en el texto estamos perdidos. Muchas veces éstos están obsoletos y hay que hacer mucha labor de condensación”. Para él si la ópera permite que algunos textos quizás no tan acertados se canten igual, es porque a veces la música que los acompaña es bellísima. Sin embargo, en la zarzuela, como muchas partes son habladas, considera que debe realizarse otro trabajo.
«También la concepción de la teatralidad debe ser actual, es decir, la metodología debe ser moderna y no me refiero a que los protagonistas aparezcan en jeans”, apunta. Así, por ejemplo, aquí estamos ante dos funciones distintas, pero con una base escénica común. También ante un diseño nuevo en las dos producciones, pero de época para ambas.
“Lo más importante en un espectáculo», finaliza, «es divertir, conmocionar, y no dar clase de arte, de filosofía, sociología o política”.