Estos recitales están protagonizados por tres de las más destacadas formaciones corales españolas: el Coro Intermezzo del Teatro Real, el Coro de la Comunidad de Madrid y un ensemble del Coro Nacional de España, junto al Ensemble Basiani de Georgia.
Ninguna música es tan humana y universal como la vocal a cappella, liberada de la intervención mediada de un artefacto sonoro. Brota directamente del ser humano. El coro simboliza así el vínculo en comunión de un pueblo con sus raíces y con sus ancestros. Esto explica que casi todas las tradiciones y festividades se hayan servido de la voz humana para representar su nexo con lo trascendente. Este ciclo explora distintas vertientes de la práctica coral, incluyendo repertorios operísticos, clásicos y folclóricos, así como ejemplos procedentes de las liturgias católica y ortodoxa.
La posición ocupada por el canto coral en la música de los últimos dos siglos se revisa en este ciclo, cuyos cuatro conciertos abordan otras tantas maneras de entender la música coral, que lo mismo interviene en la ópera que en la liturgia, se desarrolla de forma autónoma o refleja el modo de entender las vida de un pueblo -el georgiano- con tradiciones ancestrales.
Miércoles 4 de febrero
- El Coro Intermezzo del Teatro Real (Miguel Ángel Arqued, piano y Andrés Máspero, director) interpreta fragmentos de óperas de Christoph Willibald Gluck (solistas: Legipsy Álvarez, soprano, Oxana Arabadzhieva, contralto, César de Frutos, tenor, y Elier Muñoz, bajo); Georg Friedrich Händel (Álvaro Vallejo, tenor; Oihane González de Viñaspre, soprano); Wolfgang Amadeus Mozart (Pilar Moráguez, soprano, Celine Kot, mezzosoprano); George Bizet; Jules Massenet; Gaetano Donizetti; Giuseppe Verdi; Richard Wagner; y Modest Mussorgsky (Igor Tsenkman, bajo, Álvaro Vallejo, tenor).
En las notas a este primer concierto se dice: «La palabra, la música y el espacio estructuran una arquitectura que llamamos ópera; los artífices: orquesta, solistas -identificados con el personaje asignado, diferenciados en la tesitura vocal, unificados en su vocación trascendental de divos–, el coro. Ese coro que, en cita de quien fuera primer director de coro del reinaugurado Teatro Real en 1999, Martin Merry: ‘… no tiene que desempeñar una función clave durante toda la ópera, pero cuando aparezca ha de tener la fuerza suficiente para sobrecoger al público. Los melómanos van a la ópera, en primer lugar, para ver una obra en concreto; en segundo lugar para poder escuchar en vivo a sus solistas preferidos. Rara vez encontramos un aficionado que vaya a la ópera para escuchar al coro. Resulta vergonzoso, ya que el coro desempeña un papel fundamental en la ópera. Los compositores del siglo XIX y XX no han concedido al coro la importancia que merece, relegándolo a rellenar el tiempo entre dos momentos de tensión dramática.’ Pese a la realidad lamentada, los coros nos harán disfrutar en este concierto, fuera de escena, de la mejor música operística».
Miécoles 11 de febrero
- El Coro de la Comunidad de Madrid (Karina Azizova, piano, y Pedro Teixeira, director) ofrece un concierto En torno al crepúsculo, con dos partes: Canciones de la noche (con obras de Josef Rheinberger, Johannes Brahms, Edward Elgar y Einojuhani Rautavaara) y La noche del niño (con obras de Fernando das Neves Lobo, Alejandro Yagüe, Morten Lauridsen, Paweł Łukaszewski, Tarik O’Regan, John Tavener y Eric Whitacre).
La poesía es el sustrato que subyace en este segundo concierto. Todo un recital de versos en el que el tiempo no existe y las diferentes estéticas se funden en una. La lengua tampoco importa: si presentimos ecos de lírica francesa, castellana, inglesa o alemana es coincidencia de programación. No ha habido músico que se resistiera al atractivo fonético y rítmico de la poesía, aunque supiera de antemano que los sonidos creados subyacían en el poema. Los poetas, los músicos de este programa, todos ellos han sabido -en lejanía cronológica, en cercanía ideológica- hermanar poesía y música en idénticos criterios de recitación, una recitación diversificada en los procedimientos, en las estructuras a utilizar.
Miércoles 18 de febrero
- El Ensemble del Coro Nacional de España (Lola de los Ríos Sánchez, órgano, y Héctor Guerrero, director) ofrece un concierto sobre Polifonía española para la Semana Santa, con las siguientes partes: Domingo de Ramos (con obras de Norberto Almandoz y José Ignacio Prieto), Jueves Santo (obras de Nemesio Otaño y Vicente Goicoechea), Viernes Santo (N. Otaño, N. Almandoz, José Antonio Donostia y Luis Iruarrizaga) y Polifonías en honor de la Virgen (Julio Valdés, Mariano Viñas, Josep Sancho Marraco, J. A. Donostia, L. Iruarrizaga, Benigno Iturriaga y V. Goicoechea).
Este concierto está dedicado a un repertorio muy poco frecuentado: la polifonía sacra española de finales del siglo XIX y principios del XX. Este ensemble interpreta una muestra de obras dedicadas a la liturgia de Semana Santa y en honor de la Virgen. Todas ellas surgieron al calor del Motu Proprio de Pío X, una instrucción pontificia que pretendía devolver a la música litúrgica el carácter grave que habría perdido bajo la influencia de la ópera. El Motu Proprio inició un movimiento de renovación que hizo proliferar los congresos litúrgicos, los escritos y las publicaciones musicales. El hondo impacto que causó en España marcaría a compositores como Barbieri, Pedrell o Bretón, y a otros menos conocidos para el público, pero más relevantes en el ámbito de la música religiosa, como los autores incluidos en este concierto.
Miércoles 25 de febrero
- El Ensemble Basiani (George Donadze, director) ofrece un concierto sobre Polifonías de Georgia, en dos partes: Liturgia ortodoxa (con obras de diversos monasterios y regiones georgianas) y Cantos profanos (de varias regiones).
Escribe Polo Vallejo, en las notas al programa sobre este último concierto del ciclo: «Su contenido se articula en dos bloques: el primero está formado por una selección de cantos a cappella de la liturgia ortodoxa georgiana representativos de los tres monasterios-escuela, y el segundo lo integran canciones profanas ejecutadas con o sin acompañamiento instrumental y de danza. El conjunto de los cantos seleccionados representa tan solo ocho de las diecisiete regiones que integran el territorio georgiano: Kartli, Kajetia, Samegrelo, Svanetia, Imericia, Guria, Ayaria y Ratcha, pero que refleja por sí mismo la enorme variedad y la riqueza musical del país. En cuanto a los cantos litúrgicos, y dependiendo del monasterio de procedencia, podremos escuchar lenguajes armónicos diversos: desde los más “transparentes” y “occidentales” del monasterio de Svetitsjoveli en Kajetia, a los más complejos y sorprendentes al oído del monasterio de Shemokmedi en Guria. Oscilando entre unas y otras armonías, encontramos los del monasterio de Gelati en Imericia. Otros cantos como Alilo, Mravalzhamier o Tchona, aunque no pertenecen a los anteriores monasterios, cumplen la función ritual de congregar a toda la comunidad y pueden ser interpretados tanto dentro como fuera del contexto litúrgico. En cualquier caso, todos ellos nos acercarán a la dimensión espiritual de la liturgia ortodoxa y nos sumergirán en la belleza sonora del rito. Los cantos profanos abarcan circunstancias relativas al acontecimiento simbólico de mayor significado en Georgia: el banquete, en el que, además de la exuberancia gastronómica y vinícola, se ensalzan los valores existenciales a través del brindis. Pero también los relacionados con la danza popular, el trabajo, la historia o los afectos amorosos».