Comisariado por el crítico Óscar Alonso Molina, el programa Conexiones tiene como protagonistas a artistas que mantienen estrechos vínculos con el dibujo. Hasta la fecha han participado Santiago Morilla, con Ornamento y detonación; Juan Carlos Bracho, Un mensaje para Anabel; The Children Pox, El misterio del perro de sol; Nati Bermejo, La tormenta; Jesús Zurita, Ida y trasiego; Amparo Sard, La otra; y Juan López, Ruinas graves.

Como en ediciones anteriores, el punto de partida de la muestra son dos obras de los fondos de ambas instituciones. Por un lado, un lienzo ovalado de Ignacio Pinazo, titulado Ninfas y amorcillos (boceto) de 1887, procedente de la Colección Banco Santander, que «plantea una imagen bucólica de unas ninfas, que evocan Blinky y Maya, mi alter ego y mi hija, pero desvelando toda esa mentira que hay detrás», explica Serzo.

Por otro, una ilustración de Sileno, de la Colección ABC, titulada El árbol Noel, de 1935, que, según el artista, refleja la curiosidad de los niños, «Blinky para mí es otro niño, con una pregunta constante en su cabeza, esas ganas de saber, de aprender, de crecer».

Teatralidad

Los dos dibujos elegidos por Serzo le han planteado todo un reto y servido de inspiración para realizar Ensayos para una gran obra, un proyecto expositivo expresamente realizado para las salas del museo madrileño, donde muestra, por primera vez de manera monográfica, una faceta fundamental de su trabajo: el dibujo. «Siempre me he sentido más dibujante que otra cosa, aunque se me ha conocido más como pintor o instalador, o como a mí me gusta llamarme, un ilusionista».

En estas obras se pueden observar los juegos de luces y sombras en los que tiene un gran protagonismo la escena, la tramoya de los teatros y, en definitiva, la propia vida. Serzo se desenvuelve con destreza en la composición clásica, la anatomía, el escorzo o el despliegue ornamental de los decorados. Sus obras se expanden más allá del papel, tomando la pared, en la que abunda el atrezo que sumerge al espectador en el mundo del teatro.

Estos dibujos efímeros, ya que se perderán cuando termine la muestra, son un sello personal de Serzo, quien asegura que siempre le gusta demostrar que el artista ha montado la exposición y que no siempre se pierden, «me he encontrado con alguna galería que guarda detrás de un cuadro algún dibujo mío».