La escultura de Irazu tiene un estilo personal marcado por la utilización de multitud de formatos, materiales y dispositivos, además de expresiones consideradas gráficas, como el dibujo o la pintura mural. Para él, la escultura tiene un carácter extremadamente abierto.
En la muestra se puede ver un conjunto de 10 obras realizadas entre 1991 y 2004. Además de pinturas murales, algunas de estas instalaciones incluyen otro tipo de objetos (escultóricos, arquitectónicos y gráficos, entre otros) y el modo en que se presentan todas constituye en sí mismo una obra más de la exposición, de hecho la más relevante.
El proyecto parte de una proposición en la que se invitaba al artista a trabajar con este espacio, que según Irazu «es bastante odiado por sus características arquitectónicas. Tiene muchas columnas y nadie las quiere. Pero lejos de ser un problema para mí es un aliciente».
Espacio y forma
Pello Irazu ha definido una configuración espacial laberíntica a base de muros que, más allá de ser soportes de la obras, constituyen un todo expresivo que, junto con las peculiares características de esta sala, permite diferentes aproximaciones y experiencias espaciales.
El visitante puede experimentar el lugar como un espacio donde contenido y contenedor; arquitectura, escultura y pintura, se relacionan en un juego muy particular que le hará reflexionar sobre la manera habitual de sentir el espacio y la forma.
Las obras que conforman la exposición son Historia Natural (1991), Summer Kisses (1992), A la maison (1995), La esquina (1995), Meeting Point (1997), The Wound (1998), 330 (1998), Life Forms 2 (2001), Per la Rosa (2002) y Serie B (Ercilla) (2004). Casi todas ellas han sido presentadas en anteriores exposiciones individuales, a excepción de Historia Natural, que se muestra por primera vez al público.
Apuntes biográficos
Pello Irazu cursó estudios de Bellas Artes en la Universidad del País Vasco, donde se licenció en la especialidad de Escultura. Su trabajo comenzó pronto a obtener reconocimiento. En 1984 obtuvo el Premio de Escultura de la Bienal de Vitoria, en 1986 el Premio de la Muestra de Arte Joven en Madrid, en 1987 el Premio de Escultura de Vizcaya y en 1988 el de la IV Trienal Internacional de Dibujo de Núremberg y el premio ICARO al artista joven español más destacado.
En 1990 fue seleccionado para participar en el Aperto de la Bienal de Venecia y también recibió la prestigiosa beca Fullbright del Comité Conjunto Hispano-Norteamericano para desarrollar su trabajo en Nueva York, donde residió hasta 1998. A partir de ese año vive y trabaja en Bilbao y ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas.