La construcción de ese frágil entramado da forma al visitante, que se va creando como individuo bajo una apariencia sencilla llena de complejidad. El ser es una acumulación de sentimientos, una trama tejida por la interacción de las emociones, los encuentros y las separaciones, las rupturas o las alegrías que se van experimentando a lo largo de la vida. Esta acumulación de vivencias es lo que da valor al individuo.
“Intento que mis obras sean una metáfora de la vida: la vida está en constante movimiento, es un entramado de situaciones, experiencias, relaciones fallidas, estados de ánimo. Todo entrelazado forma una trama que es lo que somos y en qué nos hemos convertido. A veces con apariencia serena y otras veces compleja y brutal”, explica Amigó.
Por otro lado, las raíces simbolizan lo más profundo, el lodo, lo oculto, la oscuridad. Los verdaderos sentimientos se guardan en soledad, nadie sabe lo que nadie ve, los verdaderos miedos y deseos siguen bajo tierra cubiertos, tapados, independientemente de la forma que se adopte a la luz y para los demás.