Organizada por Obra Social «la Caixa» en colaboración con la Fundación Francisco Godia, la exposición incluye 44 obras (una decena de ellas atribuidas al cretense), que explican el descubrimiento y la fascinación de Rusiñol por El Greco, un artista que a finales del siglo XIX no formaba parte del canon del arte español del Siglo de Oro, y la influencia que tuvo sobre la trayectoria del catalán.
Rusiñol descubrió al Greco en París en 1860, en un contexto de revisión del canon artístico, de transformación del ideal de belleza por el de libertad, a través de su amigo Zuloaga, y fue uno de sus primeros coleccionistas. De hecho, en los últimos años del siglo XIX adquirió Las lágrimas de San Pedro y la Magdalena penitente con la cruz.
Las obras que Rusiñol había comprado en París llegaron a Cau Ferrat de Sitges en procesión por las calles en la Tercera Festa Modenista de 1894, rodeadas de los artistas, escritores y músicos más importantes del momento. El acto, un happening avant la lettre, fue un evento de afirmación artística y una exaltación de los valores espirituales del arte, con una dimensión popular y una proyección ciudadana.
Influencias posteriores
Pero más allá de eso, Rusiñol llevó a cabo una tarea de divulgación y proselitismo y convirtió su pintura en el punto de partida de una nueva manera de entender la creación como una manifestación del espíritu, frente al materialismo de la época industrial. El Greco se convirtió en un modelo para los artistas más innovadores del cambio de siglo, que adoptaron las atmósferas vagas, las pinceladas melancólicas y la espiritualidad afinada. Esta reivindicación de Rusiñol resultó decisiva en la revalorización de un artista marginado de la tradición pictórica nacional.
El Greco. La mirada de Rusiñol conjuga la investigación con la oportunidad de contemplar un conjunto que incluye una decena de obras de El Greco procedentes del Museu Nacional d’Art de Catalunya, el Museo Nacional del Prado, el Museo del Greco (Toledo) y el Museu del Cau Ferrat (Sitges), así como de colecciones privadas, combinadas con obras modernistas y diversos documentos.
Obra coral
Junto a las obra del griego de Toledo, se van a poder contemplar una amplia selección de pinturas de Rusiñol, entre las que destacan La morfina o Paroxismo del novicio. Pero también se pueden contemplar obras de Laureà Valláis, Ramon Pichot, Ramon Casas, Francesc Labarta, Darío de Regoyos, Ignacio de Zuloaga y un espectacular dibujo de Picasso, Retrato de un desconocido al estilo de Greco, del Museo Picasso, que ayudan a revivir la pasión de Rusiñol por el pintor cretense.
La recuperación y revalorización del Greco se presenta como una obra coral, en la cual intervienen artistas y escritores que dialogan con su obra y transfieren los valores hacia la modernidad. Comisariada por Nadia Hernández y Vinyet Panyella, esta exposición fue organizada con motivo de la conmemoración del IV Centenario de la muerte de El Greco, celebrada durante el año 2014.
El Greco en Cataluña
El relato expositivo reconstruye la historia de la llegada de la obra de El Greco a Cataluña y muestra su influencia en la pintura de Rusiñol, la gama cromática o los cielos nublados con reflejos policromados, el ambiente y el espíritu: el misticismo que se traduce en una mirada interior. La muestra se divide en cinco apartados: El Greco. Un paradigma de modernidad; Rusiñol, un embajador de El Greco; Rusiñol, coleccionista de El Greco; La influencia de El Greco y La construcción de un mito.
Como señala en el catálogo Vinyet Panyella, «Santiago Rusiñol contribuyó con creces a la recepción del Greco en Cataluña desde la voluntad de revalorizar los aspectos que lo diferenciaban del arte convencional y de sus reglas. Para él significó un precursor, un modelo de vida de artista, un símbolo de modernidad, y así lo expresó en sus escritos y alocuciones, en los que no falta la dosis de espíritu regeneracionista que ante la tragedia de la España del 98 marcó su posicionamiento cívico y artístico de fin de siglo. El monumento al Greco que promovió en Sitges adquirió una visibilidad que, por contra, minimizó aspectos tan importantes como su influencia plástica y conceptual, hasta el punto de que el genio griego es el último maestro que proclamó Rusiñol».
La otra comisaria de esta muestra, Nadia Hernández, recuerda que «esta exposición se centra en la mirada de Rusiñol, describe la actitud ideológica que le llevó a exaltar y difundir al Greco como abanderado del modernismo; la pasión estética que le impulsó incluso a poseer dos de sus telas y a recoger en su propia pintura los valores plásticos del cretense».