La serie Frozen trees tiene como protagonistas a los árboles, extraordinarios seres vivos, cuya discreta y silenciosa presencia apenas es percibida, quizás por su aparente inmovilidad.
Silenciosos, confiados, tan fuertes y resistentes pero tan vulnerables e indefensos, los árboles son una metáfora que hacen reflexionar a Marrodán sobre la contemplación y el ritmo lento que transforma con rigor constante la naturaleza, frente al ritmo frenético de un sistema artificial creado por el hombre que impide pensar sobre la esencia e importancia de valores e identidades perdidas en la velocidad de un tiempo apenas sentido.
Los árboles, la nieve, el hielo y la niebla forman en la obra del artista vasco una atmósfera tonal intemporal estática y contemplativa como un tiempo en suspensión que contrasta con los propios árboles, que son seres vivos que dependen de los cambios de las estaciones que forman el ciclo natural de la vida. Su estado de hibernación en condiciones tan extremas remarcan aún más una medida del tiempo lento e inexorable próximo a lo indimensional.
El proyecto pretende poner en evidencia el valor y la importancia de estos seres dando la posibilidad, a través de su situación geográfica dentro del paisaje, de poder ser visitados y contemplar su proceso de crecimiento y lenta transformación. Por ello se ha recogido en un mapa la situación donde vive cada árbol a través de sus coordenadas geográficas convertidas también en códigos Qr para poder visualizar en el móvil a través de aplicaciones de posicionamiento ortofotográfico tipo Google Earth, el lugar y entorno donde viven.