Estas obras dibujan un discurso que analiza el papel otorgado al paisaje a lo largo del tiempo y en diferentes escuelas o corrientes artísticas. La labor de revisión y actualización de la documentación junto a los procesos de restauración que se han realizado en algunas de las obras han permitido precisar autorías y procedencias de los fondos que han ido configurando la historia del Museo.
El recorrido cronológico por el sugestivo mundo del paisaje en las colecciones se divide en tres secciones: Paisajes del tiempo, Paisajes de la realidad y Visiones de Sevilla.
De este modo, la primera sección presenta obras desde el medioevo hasta la consolidación del paisajismo como género en la escuela flamenca del siglo XVII. Si en la Edad Media los paisajes aparecían en la pintura religiosa subordinados a la iconografía, en el Renacimiento adquirió protagonismo, pues ofrecía nuevos aspectos de la naturaleza, como se observa en el San Jerónimo de Pedro Campaña. En aquel siglo el paisaje nace como género pictórico en las escuelas del norte de Europa y su influencia se extiende al resto del continente, también a la pintura sevillana, como es el caso de Antolínez.
Paisajes de la realidad hace referencia al establecimiento del género en España, adonde llegó a mediados del siglo XIX gracias a la influencia del pintor de origen belga Carlos de Haes y sus discípulos, como Jaime Morera. Esta nueva realidad se plasma en detalladas representaciones y efectos lumínicos, de un lado, o vistas abiertas y horizontes, como los de Santiago Martínez o Magdalena Leroux, del otro.
Por último, Visiones de Sevilla muestra imágenes de la ciudad, que aunque varían mantienen constantes como la Catedral y la Giralda, la Torre del Oro y, sobre todo, el Guadalquivir. Este apartado se detiene especialmente en la cercana localidad de Alcalá de Guadaíra, que por sus enclaves y luminosidad pasó a convertirse en centro neurálgico para la pintura de paisaje al aire libre, llegando a crearse un movimiento conocido como Escuela de Alcalá, de la que destacan autores Pinelo, Villalobos, Sánchez Perrier o José Arpa.
Para la organización de la exposición se han realizado tres tipos de intervenciones en algunas de las obras: restauración integral de siete de ellas y conservación o restauración parcial en otras cinco.
Entre las restauradas de forma integral destacan el San Jerónimo de Pedro de Campaña, cuyo proceso ha afectado tanto al soporte como a la capa pictórica. Esta obra es la primera vez que se expone al público tras su ingreso en el museo en 1997, y se muestra como una parte del primer periodo sevillano de Campaña.