En total se presentan 32 ilustraciones originales en las que se aprecian ejemplos de las distintas técnicas utilizadas por la artista: gouache sobre papel de acuarela, mina de grafito mojada y engrasada, tinta sepia sobre papel de acuarela y bocetos de personajes incluidos en el libro.
La muestra permite acercarse a la singularidad del trabajo de esta ilustradora, que renueva su arte con pinturas y dibujos más perfeccionados que nunca. No solo ha pulido su técnica con el gouache, sino que también ha enriquecido su trabajo con innovaciones (o nuevos retos) que revelan su gran talento y sus numerosas habilidades.
Los relatos de la Biblia son sorprendentes, sobrecogedores en ocasiones, desconcertantes pero siempre sugerentes. Sus cuentos y relatos, de estilos y géneros muy diversos, son proféticos, históricos, filosóficos, teológicos y poéticos. Se infiltran en nuestra vida cotidiana y circulan en nuestro inconsciente desde nuestro nacimiento.
Fuente de inspiración
«Para cada uno de nosotros, seamos creyentes o no, y al margen de cuál sea nuestra posición respecto a la idea de Dios o la religión, este texto forma parte de los cimientos de nuestra civilización», comenta el autor de Una Biblia, Philippe Lechermeier. «Sin esta base cultural, ¿cómo abordar el arte, la literatura o la misma arquitectura?».
Con este último proyecto, Rébecca Dautremer desafía los límites de su arte y rompe radicalmente con la imagen tópica de la Biblia. Para la ilustradora, estos textos fundadores no son solo religiosos, sino que forman parte de nuestro patrimonio cultural. «Siempre he soñado con ilustrar la Biblia. Conozco todos sus relatos desde la infancia. Para mí son una increíble fuente de imágenes. Cuando era pequeña tenía una edición ilustrada. Para mí, la Biblia era como un libro de cuentos. Y los cuentos piden necesariamente ilustraciones. […] Siempre procuro encontrar un hilo, y tiro de él para contar mi propia versión de la historia en imágenes».
Sobre la autora
Siendo aún estudiante de grafismo en la Escuela de Artes Decorativas de París, Rébecca Dautremer empieza a trabajar como ilustradora para la editorial Gautier-Languereau. Allí realiza sus primeros trabajos: cuadernos para colorear. El encargo de ilustrar un álbum y, posteriormente, otro, le permite afinar el trazo y perfeccionar su estilo.
Con el libro Enamorados, Rébecca encuentra «su forma de pintar y aplicar el color» y conquista el corazón del público. Desde entonces no ha parado de desarrollar su universo, bien trabajando en contacto con el mundo de los cuentos (Babayaga, Princesas olvidadas o desconocidas, Diario secreto de Pulgarcito), revisitando clásicos de la literatura (Alicia en el país de las maravillas) o novelas contemporáneas (Seda).