La obra escenifica la relación de amor y poder que vivieron César y Cleopatra, dos de los mayores hitos del dominio y la seducción, con cuatro actores que llevan y traen al público del pasado al presente a través de sus guerras y amores, las venganzas, las intrigas y las traiciones que rodearon la existencia de estos dos personajes. Y lo harán adoptando sobre el escenario una doble dimensión real y espiritual en dos edades diferentes, en su juventud, encarnada por Lucía Jiménez y Marcial Álvarez; y en su madurez, con Ángela Molina y Emilio Gutiérrez Caba.
Cleopatra y César se reencuentran en 2015, en su etapa de madurez, en el mundo actual, donde son «dos amantes, dos cómplices, dos aliados, dos formas de ejercer el poder, como hombre y como mujer, se enfrentan o se suman», asegura Mira. Desde su perspectiva de hoy recuerdan, ironizan y debaten sobre lo que vivieron y lo que han visto suceder en el mundo desde aquel fatídico día del año 44 a.C. en el que el emperador murió víctima de una conspiración.
Unas veces rescatan lo que en sus bocas pusieron los poetas, y otras vuelan en libertad por situaciones que la historia ha relatado con mayor o menor verdad. Dos Cesares y dos Cleopatras, los eternos y los reales, ques se entregan a un apasionante juego, a un combate a cuatro, donde lo que fue, lo que pudo ser y no fue, lo que hubieran hecho de volver a vivir y lo que de ninguna manera quisieran repetir genera un conflicto lleno de humor y emoción.
«Los cuatro recorren desiertos, palacios, ríos y mares transportándonos mágicamente en sus divinas alas», explica la directora. El resultado es una propuesta divertida, dramática y salvaje con música, danza y juegos de luz en una perfecta combinación entre erotismo y ambición, inteligencia y atracción.