Desde su apertura al público por primera vez en la Fundación Telefónica, la exposición ha itinerado por varias sedes, tanto nacionales (Tarragona, Ciudad Rodrigo, La Coruña o Zamora) como internacionales (Chile, Guatemala, Egipto, Moscú…), acercando así al público la obra de un fotógrafo en plena madurez creativa y dueño de un lenguaje perfectamente identificable.
Como señala Casani, la muestra, que está compuesta por 70 fotografías en blanco y negro y una instalación, representa una fascinante colección de ideas en las que Madoz intenta aparecer lo menos posible, dejando que los objetos hablen de él y creando una imagen simbólica de los utensilios que se utilizan en la vida cotidiana, resolviendo su discurso con figuras y tropos de honda en relación con el lenguaje.
Lo real y lo imaginario
Madoz trabaja en la delicada frontera que existe entre lo real y lo imaginario. Su mundo se centra en la presencia insólita y poética de los objetos que selecciona y dispone en escenarios íntimos, construidos por él mismo, y que fotografía en blanco y negro, extrayendo de ellos una luz y un aliento poético de gran capacidad de seducción para el espectador.
Con su obra propone un desdoblamiento entre lo existente y la alargada sombra de lo posible, un contrapunto entre la esencia de las cosas y sus significados latentes. En sus fotografías, los objetos aparecen vinculados a otros, bien a través de las formas, o de conceptos. A pesar de que una importante parte de su obra son esculturas o instalaciones que podrían perfectamente exhibirse en un espacio expositivo en su verdadera condición física, el artista los muestra a través de fotografías.
Maestro de la observación
Chema Madoz (Madrid, 1958) cursa estudios de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, que simultanea con su formación fotográfica en el Centro de Enseñanza de la Imagen. Realiza su primera exposición de fotografía en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid (1985), a la que seguirán numerosas muestras colectivas e individuales, tanto en España como en otros países.
A lo largo de su trayectora ha obtenido diversos galardones como el Premio Kodak (1991); el Premio Nacional de Fotografía (2000); Premio Higasikawa en Japón; o el V Premio Nacional de Fotografía Piedad Isla (2014). Ha expuesto individualmente en numerosos museos de todo el mundo y su obra se encuentra en importantes colecciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, el Museo Marugame Hirai (Japón), el Museum of Fine Arts de Houston o el Centre Pompidou de París, entre otros.