Henry Moore (1898-1986) es uno de los grandes maestros de la escultura moderna. En las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial alcanzó fama mundial por los bronces monumentales expuestos en espacios exteriores, cívicos y públicos de todo el mundo, de Escocia a orillas del Mar Rojo, de la escuela secundaria del pueblo donde nació (Castleford, en Inglaterra), a la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
Los seis bronces monumentales que forman la muestra fueron creados por el escultor en la cúspide de su carrera, entre los años 1960 y 1982. Estas seis esculturas son una muestra representativa de los motivos principales de la obra de Moore: la fascinación por la figura reclinada y los temas sobre «madre e hijo»; la exploración de la relación entre la figura humana y el paisaje, tanto urbano como rural; la tensión entre lo natural y lo abstracto; y la transformación de los objetos naturales en formas escultóricas.
Museo al aire libre
En 2006 vio la luz el programa Arte en la calle, desde entonces se ha acercado al público las creaciones de artistas contemporáneos como Manolo Valdés o Igor Mitoraj, así como referentes de la modernidad como Auguste Rodin.
Las obras interactúan con el entorno, por afinidad o por contraste, y provocan un gran impacto en las personas que las descubren por primera vez. Con este espíritu, las exposiciones cumplen una función social: son una herramienta de conocimiento y de integración al alcance de todos.
Henry Moore y España
La única visita de Moore a España fue en el verano de 1934, en ocasión de unas vacaciones en motocicleta con su esposa Irina y sus amigos Raymond y Edna (Gin) Coxon. Entraron en el país desde Francia, llegaron a Pamplona y tomaron la carretera de la costa en dirección a las cuevas de Altamira, que Moore describió como la «Real Academia de la Pintura Rupestre». Después visitaron Madrid, Toledo y Vic. Aunque Moore nunca más regresó a España, el país y su arte tuvieron un significado muy especial para él durante toda su vida.
Al igual que muchos artistas de su generación, Moore contempló horrorizado los sucesos que ocurrieron en España poco después de su visita. Nunca antes en toda su trayectoria artística había hablado tanto sobre política, y su compromiso con la difícil situación que estaban atravesando los españoles se reforzó tras la visita que realizó al estudio de Pablo Picasso en París en 1937, donde tuvo la oportunidad de contemplar los avances del Guernica. Dos años después, Moore hizo su primera litografía, Prisionero español, con la intención de venderla para ayudar a los prisioneros de guerra republicanos retenidos en los campos de refugiados de Francia.
En 1981 se organizaron importantes exposiciones de la obra de Moore en la Fundación Miró de Barcelona y en el Palacio de Velázquez de Madrid, y en el año 2006, en CaixaForum Barcelona. La reina doña Sofía visitó a Moore en su casa de Perry Green (Inglaterra) en 1983.