Comisariada por Stuart A. Ashman, presidente del Museum of Latin American Art (MOLAA), la muestra reúne una delicada selección en la que se refleja el resultado de este mestizaje entre artistas mexicanos y estadounidenses, donde el valor poético de la imagen capturada se une a su importancia como documento social.
La fotografía en blanco y negro de Carrillo permite apreciar la calidez de su personalidad artística y su amor por la temática mexicana, además de su virtuosismo técnico como modernista. El valor poético de sus imágenes se une a la importancia que estas tienen como herramienta para la documentación social. Estas se presentan junto al trabajo de fotógrafos coetáneos como Ansel Adams, Paul Strand, Graciela Iturbide y Edward Weston, entre otros, de los que recibió una fuerte influencia.
Testigo de la historia
La lente de Manuel Carrillo, más conocido como el ‘maestro mexicano’, capturó la memoria cultural e histórica de su país de origen en la etapa posrevolucionaria. Su trabajo retrata la vida cotidiana de México y se caracteriza por su compromiso, amor y respeto hacia su cultura y su pueblo. A los 16 años se mudó a Nueva York y tras casi una década allí regresó a su país para convertirse en agente federal de la oficina de la Illinois Central Railroad en México, momento en el que se inició en la fotografía.
Esta fue una época «en la que México fue testigo de grandes cambios políticos y transformaciones sociales, y un momento en la historia del país en el cual se estaba estableciendo una fuerte identidad visual», destaca Stuart A. Ashman, y el «trabajo de Carrillo, junto al de los otros fotógrafos que se exhiben en esta muestra fue un factor decisivo en la visión que México tenía de sí mismo y de cómo ese país tan complejo era percibido por el resto del mundo».
La relación de Carrillo con su temática de trabajo se basa en su propia especificidad cultural como mexicano de origen y norteamericano de adopción. Sus frecuentes cruces entre un México y Estados Unidos hizo que la Photographic Society of America le nombrara «Invitado de Honor» en 1980, mismo año en el que la ciudad texana de El Paso lo nombró «Ciudadano de Honor».
Con 49 años se hizo miembro del Club Fotográfico de México y de la Photographic Society of America, desarrollando a partir de entonces su carrera artística. Su primera exposición internacional tuvo lugar en Chicago (1960) y alcanzó rápidamente un gran reconocimiento. Desde entonces su obra ha recorrido países como Francia, Estados Unidos, China, México, Taiwán o Rumanía y ha estado presente en más de doscientas muestras individuales y casi una treintena de colectivas.