El siglo XIX se caracteriza por la progresiva invasión del color sobre la primacía del dibujo que había gobernado el arte hasta entonces. Ya en los años cincuenta de 1800 Charles Baudelaire anotaba en sus diarios: “Quisiera unas praderas pintadas de rojo, unos árboles azules: la naturaleza carece de imaginación”. El color desbordaría poco a poco las líneas, se expandiría y ocuparía la superficie del lienzo.
Tras el impresionismo, la pintura explota y la sensación, la experiencia subjetiva, la visión personal del artista se impone; los artistas presienten que el color expresa algo por sí mismo y se lanzan a descubrirlo; como ellos mismos plasman en su correspondencia y diarios, poco a poco se van distanciando de la naturaleza para acercarse a la abstracción del color.
El origen del término Postimpresionismo se remonta a 1910, cuando la Galería Grafton abría sus puertas con la exposición Manet y los Postimpresionistas. La muestra, organizada por el crítico británico Roger Fry, estaba dedicada a la pintura francesa del siglo XIX y presentaba principalmente obras de Cézanne, Gauguin y Van Gogh. Esta época es un momento complejo que engloba experiencias tan personales como las de Cézanne, Van Gogh, Odilon Redon y Toulouse-Lautrec, al igual que los movimientos nacidos del impresionismo o surgidos como reacción contra él.
La confluencia en esta exposición de una cuidada selección de obras de grandes nombres como Van Gogh, Gauguin, Seurat, Signac, Bonnard, Vuillard, Cezánne, Derain o Matisse, con otros menos conocidos, como Charles Angrand, Georges Lemmen o Félix Valloton, hacen de esta ocasión un acontecimiento único para adentrarse en este periodo de efervescencia creativa.Recorrido
La exposición se articula en cuatro secciones. El color científico presenta una selección de obras que se apoyan en las investigaciones realizadas por el químico Michel-Eugène Chevreul, que sirvieron de base para la elaboración de la técnica neoimpresionista. Ésta consistía en pintar en el lienzo puntos yuxtapuestos de colores primarios o de sus complementarios con el fin de intensificar su riqueza, brillo y solidez y que el ojo del espectador efectuase la mezcla óptica.
Vinculado al viaje que Gauguin haría a Bretaña y su encuentro en 1888 con Émile Bernard, la sección El centro misterioso del pensamiento. Gauguin y la Escuela de Pont-Aven recoge un conjunto de obras que reflejan las investigaciones realizadas por ambos artistas, quienes desarrollaron una nueva manera de pintar, sintética, caracterizada por la presencia de contornos silueteados y el uso de colores arbitrarios, simbólicos y planos.
El Talismán, una tablilla pintada en Pont-Aven en 1888 por Sérusier bajo el dictado de Gauguin, abre la tercera sección: Los nabis, profetas de un nuevo arte. Esta obra sintetiza la ideología estética de este grupo de artistas que constituirán la vanguardia parisina de finales del siglo XIX y que defienden el origen espiritual del arte sirviéndose del color como elemento transmisor de los estados de ánimo.
El color en libertad lleva hasta los pasos de Matisse. En los inicios del siglo XX, los jóvenes pintores parecen padecer una epidemia que se expresa mediante pinceladas de color puro, más o menos redondas, cuadradas, pegadas, espaciadas, arañadas. En palabras de Paul Signac, “es el amor a la belleza del color” lo que les conduce hacia el color puro y vivo.
La exposición está organizada por Fundación Mapfre con la colaboración científica y los préstamos excepcionales de los museos d´Orsay y de l´Orangerie. Comisariada por Guy Cogeval, presidente de ambos museos, y Pablo Jiménez Burillo, director del Área de Cultura de Fundación Mapfre, y el comisariado científico de Isabelle Cahn, conservadora del Musée d’Orsay.
La nueva sala de exposiciones de Fundación Mapfre está ubicada en la casa Garriga-Nogués, uno de los edificios más singulares y representativos del Modernismo catalán y del Ensanche barcelonés en particular.