La muestra, titulada El Furioso en la BNE. Una selección (1516-2016. 500 años de Orlando Furioso), se realiza en colaboración con el Istituto Italiano di Cultura de Madrid y el Teatro Real.
En ella podrán verse ediciones del texto de Ariosto junto con sus más cercanos antecedentes y continuadores, así como una selección de piezas que pretenden devolver a este clásico, muy olvidado hoy en nuestro país, parte de la notoriedad de la que gozó universalmente, sobre todo en Italia y España, en siglos anteriores.
Para ello se han seleccionado cerca de cuarenta ejemplares, como un manuscrito de la compañía teatral de Bances Candamo, dibujos y grabados, entre los que destacan Angélica y Medoro, de Charles de la Traverse, o los bocetos de Sebastián Muñoz para una bóveda del alcázar de Madrid, así como libros de los siglos XVI y XVII que dan idea, no solo de los poemas que lo precedieron, sino también de las numerosas ediciones, traducciones, imitaciones y continuaciones que de él se hicieron casi desde el mismo momento de su aparición.
Orlando Furioso es un poema de aventuras, amoríos, celos, traición, despecho, olvido, orgullo… donde la fantasía más desbocada encuentra el equilibrio en una fina y jocosa ironía. Aquella fue la fórmula de éxito del primer bestseller de la Edad Moderna, creación de todo un “fanfic” de Orlando como Ludovico Ariosto, que halló en la obra de su vida la perfecta válvula de escape a su nula sed de aventuras y espíritu viajero.
Descendiente del Orlando innamorato de Boiardo, y, a su vez, del Morgante de Pulci, el Furioso vincula su complicada y fantasiosa trama al ciclo artúrico y al carolingio, con una ironía que preludia la del Quijote cervantino.
La obra de Ariosto no sirvió solo de inspiración literaria, desde Lope de Vega a Barahona de Soto, sino también resuena en composiciones musicales de Händel o Vivaldi, como la propia Alcina, o ha sido plasmado con las más diversas técnicas de artes plásticas y aplicadas por una extensa nómina de artistas, que incluye a Tiziano, Guido Reni, Ingres o Doré.
Orlando (o Roldán, si se prefiere)
El poema y epopeya se compone de 46 cantos escritos en octavas (38.736 versos) por los que deambulan personajes del ciclo carolingio, algunos del ciclo bretón (gruta de Merlín, visita de Reinaldo de Montalbán a Inglaterra) e incluso algunos seres inspirados en la literatura clásica griega y latina. Es, y así la presenta el autor, una continuación del Orlando enamorado de Matteo Maria Boiardo. Allá donde dejó éste inacabada su obra, la derrota del ejército de Carlomagno en los Pirineos por los musulmanes, es donde arranca Ariosto la suya, que suele, al reintroducir los personajes de su predecesor, dedicar una o dos octavas a resumir las aventuras narradas por Boiardo en el Enamorado.
A pesar de su título, Orlando (o Roldán, si se prefiere) no es el protagonista absoluto del poema, sino uno de los personajes principales que aparecen en él. La obra es un continuo entrelazarse de historias de distintos personajes que van apareciendo y desapareciendo en la narración, encontrándose y distanciándose, según se le antoja a Ariosto; una tela que constituyen diversos hilos paralelos que hábilmente sabe tejer el autor.
En cuanto al Orlando operístico (denominado más comúnmente en la época moderna Orlando furioso) consta de tres actos con música de Antonio Vivaldi, basados en un libreto italiano de Grazio Braccioli, que a su vez es una “prolongación” del poema épico Orlando Furioso de Ariosto. La primera representación tuvo lugar en Venecia, en el Teatro Sant’Angelo, en otoño de 1727.
La obra alterna arias con recitativos y está ambientada en una isla en un tiempo no especificado. Combina varios argumentos de Ariosto: desde las hazañas de Orlando hasta la historia de Alcina. Esta ópera rara vez se representa en la actualidad.
Además de Vivaldi, el Orlando también fue tema de inspiración para otros compositores, como Haydn (Orlando Paladino, 1772), Piccinni (Roland, 1778), Handel (Alcina, 1735), Albinoni (Alcina Delusa da Ruggero, 1725), Lully (Roland, 1685), Rossi (Il palazzo incantato, 1642), Caccini (La liberazione di Ruggiero dall’isola d’Alcina, 1625), Méhul (Ariodant, 1799) o Mayr (Ginevra di Scozia, 1801).