Grilo rehúye el planteamiento expositivo convencional para proyectar un conjunto de reflexiones de carácter conceptual sobre el tiempo del arte, es decir, sobre el propio proceso de producción en el ámbito artístico. Sirviéndose de los modelos de producción industrial propone miradas sesgadas que contienen una posibilidad crítica. La creación de moldes tridimensionales con errores y gestos humanos de base, la definición de productos imposibles o el cuestionamiento de los objetivos conceptuales de cada elemento son algunos de los ejes que definen su proyecto.
¿Qué ocurre cuando los objetos industriales, pensados para un consumo dirigido, dejan de serlo? O a la inversa, ¿qué pasa cuando observamos el campo de la producción artística desde una óptica industrial? Grilo revisa algunos elementos básicos del proceso artístico y los convierte en obra, en material expositivo, remontándose al inicio de este proceso, a las propias herramientas de trabajo, y yendo hasta su conclusión, la presentación final.
Sin secar
A modo de ejemplo, se presentan una serie de tubos de pintura diseñados por el artista en colaboración con la empresa de pigmentos Kremer, que tienen una característica especial: no se secan nunca. La intención de Grilo, más allá de la creación de un producto, es ir al origen de la actividad artística para cambiar los códigos, ofrecer una temporalidad distinta a partir de la técnica y abrir un campo de nuevos gestos artísticos a partir de la activación de este material: creación de obras que nunca pueden considerarse acabadas, que no pueden transportarse, que impregnarán espacios y visitantes diversos, que generarán accidentes artísticos de difícil control…
Además de revisar los materiales artísticos, el artista gallego también reexamina los elementos del montaje, interviniendo en la iluminación o la sonorización de la sala como parte de la obra expuesta. Completan el conjunto otros dispositivos que implican una reflexión sobre la temporalidad y el proceso, como por ejemplo unas planchas metálicas con construcciones abstractas que ocupan las paredes o unos moldes para tabletas de chocolate generados a partir de tabletas individuales, en una inversión poética del proceso de producción habitual.
Rubén Grilo
Vive y trabaja a medio camino entre Londres y Berlín. Ha realizado exposiciones individuales en, entre otros lugares, el Kunstverein Hildesheim (Hildesheim, 2014), Circa Projects (Newcastle, 2013), Wilfred Lenz (Rótterdam, 2012), MARCO (Vigo, 2011) y Galería Nogueras Blanchard (Barcelona, 2012). También ha participado en exposiciones colectivas en espacios como La Capella (Barcelona, 2011), CSS BARD (Nueva York, 2012) o La Panera (Lérida, 2007).