La carrera de este fotógrafo británico comenzó en los años 60 a partir de un golpe de suerte. Su intención era viajar a Estados Unidos para convertirse en músico y acabó haciendo una foto al secretario de Asuntos Exteriores británico dormido en el aeropuerto de Londres. Un periódico compró la imagen y su carrera dio un giro de 180 grados.
Su estilo personal se define en dos factores, el uso de una cámara de 35 mm, mucho más ligera y manejable que la mayoría de equipos de la época, y el tiempo que dedicaba a sus retratados, con quienes pasaba días enteros, convirtiéndose en su sombra. El resultado es un estilo natural, directo e informal que se mantiene a lo largo de su carrera.
Londres en los 60
O’Neill fue además pionero en retratar a grupos de música. Fue el primero en fotografiar a los Beatles y a los Rolling Stones, y publicar ese material en prensa. Vivir la década de los 60 en Londres le permitió ser testigo de cómo esta ciudad se convertía en la capital mundial de la cultura y la moda juvenil. Sus reuniones con los Rolling, con modelos como Jean Shrimpton o Mary Quant, con actores como Michael Caine o Julie Christie, su estrecha amistad con Ringo Starr, son sólo el principio de una carrera llena de anécdotas.
Ha podido fotografiar a grandes modelos, desde Jean Shrimpton hasta Naomi Campbell o Kate Moss. También a actrices como Ava Gardner, Raquel Welch o Goldie Hawn. Entre todas las leyendas femeninas distingue a Audrey Hepburn: “es la estrella más distinguida que he fotografiado. Perfecta y bellísima. ¡Era imposible tomar una mala foto de ella! No existe una nueva Audrey, ni la habrá”.
Esta muestra ha sido organizada por Fundación Telefónica.
Momentos únicos
Testigo de momentos únicos, retrató a Marlene Dietrich en su último concierto en Europa, y también a Romy Schneider apenas dos meses antes de su fallecimiento.
Para O’Neill, lo mejor que le ocurrió en su vida fue fotografiar a Frank Sinatra durante 30 años. Le permitió acompañarle a todas partes, ignorando su presencia: “esto es lo mejor que puedes hacerle a un fotógrafo. Podía entrar donde estuviera, cuando quisiera y tomar las fotos que me gustasen”.
Según O’Neill, las tres reglas fundamentales de un gran fotógrafo son: ser invisible, tener paciencia y saber combinar la discreción y las relaciones públicas. Esto le ha valido un éxito indiscutible a través de unas imágenes espontáneas y cercanas.