Para elegir el nombre de la exposición, los organizadores tenían claro que Alicia en el País de las Maravillas es un clásico. Los clásicos vencen al tiempo. Si se vence al tiempo no hay origen ni fin. Sin origen ni fin no hay cumpleaños. Alicia en el País de las Maravillas es un clásico y en definitiva celebra un no cumpleaños. Este homenaje parte de la ficción de la obra para llegar a la realidad del autor, Lewis Carroll, que era, en sí mismo, una figura compleja que llevó a la literatura infantil más allá del límite.
La exposición se divide en cuatro capítulos. En la primera parte, ¡Guise a ese conejo! Perdón: sigue a ese conejo, los artistas Rébecca Dautremer, Ana Juan, Adolfo Serra, Fernando Vicente, Javier Zabala, Benjamin Lacombe o Emilio Urberuaga, entre otros, se dejan caer en el pozo junto a Alicia y se introducen, ellos mismos, en el País de las Maravillas. Una vez dentro crean y recrean escenas, objetos, y personajes, atribuyéndoles nuevos simbolismos y significados que amplían la lectura y los sentidos propuestos por su autor.
Diferentes lenguajes
El visitante continúa la visita por Trae todo: tiempo, teorías, tuercas, tomates… ¡tomaremos té!, que continúa esta línea, pero acentúa el espíritu festivo de una de sus escenas más populares. La tercera sección, Jugaremos con extraños personajes ¿O los personajes harán un extraño juego?, agrupa versiones de otros personajes representativos y una visión de la Reina de Corazones.
Finalmente se encuentran cuatro muros: en el primero se brinda un recorrido por la evolución de la ilustración, desde la que propuso el propio autor hasta posteriores ediciones en color, en base a los dibujos de John Tenniel; y en los muros dos y tres se destaca información relevante sobre el autor y Alicia Liddell, la niña a quien Carroll dedicó el libro. Por último puede observarse una breve muestra de cómo Alicia y su historia han crecido a lo largo del tiempo en otros lenguajes artísticos.
Un repertorio que aumenta a cada instante y desafía la lógica al demostrar que, a pesar de cumplir 150 años, se puede conservar la frescura del primer día. En la exposición hay ocasión, también, de ver varios ejemplares pop-up de Alicia así como un juego y otros libros, de ediciones antiguas, todos ellos pertenecientes a la colección privada de Antonio Escamilla Cid.