Esta retrospectiva muestra obras que el propio artista ha conservado, centradas en la temática de las grandes multitudes, que se han convertido en el centro de su obra. Desde el gris dominante en sus primeros trabajos hasta la explosión de cromatismo de los más recientes, el valenciano cultiva un difícil equilibrio entre el control de la composición grupal y la atención al detalle individual, en una permanente invitación a la libre interpretación por parte del espectador.
Los cuadros reflejan multitudes que se entremezclan a través de los lienzos. El pintor de las multitudes no olvida retratar a cada individuo que forma parte de la masa, invitando al visitante a mirar de cerca su trabajo e interpretarlo de forma libre. Enmarcada en la línea del realismo social, la pintura de Genovés se caracteriza por un estilo expresionista y provocador.
El crítico británico Philip Wright explica en su texto para el catálogo de esta exposición que Genovés despliega ciertos recursos propios del Pop, como la apariencia de distanciamiento o la multiplicación de las imágenes mediante plantillas, pero que, en contraste con la obsesión por el “atractivo consumista occidental” que define a coetáneos como Richard Hamilton, aborda una temática profunda, seria y políticamente comprometida.
La pintura y el ritmo visual
Juan Genovés (Valencia, 1930) es uno de los pintores españoles más reconocidos y autor de la escultura El abrazo, considerada la obra más representativa de la Transición. Ha sido galardonado con la Mención de Honor (XXXIII Biennale de Venecia, 1966), la Medalla de Oro (VI Biennale Internazionale de San Marino, 1967), el Premio Marzotto Internazionale (1968), el Premio Nacional de Artes Plásticas (1984), el Premio de las Artes Plásticas de la Generalitat Valenciana (2002) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2005).
Formado en la Escuela de Bellas Artes de Valencia, fue, desde el inicio de su trayectoria profesional, un pintor inquieto y preocupado tanto por la necesidad de renovar el arte español como por la función del arte y el artista en la sociedad, lo que le llevó a formar parte de colectivos muy significativos en el panorama español de posguerra: Los Siete (1949), Parpallós (1956) y Hondo (1960).
En la década de los 60 comenzó a plantear dos temas: el «individuo solo», resuelto inicialmente como un collage en relieve, y la «multitud», tratado con tintas planas y estructuras plásticas de aspecto cinematográfico. En los años 80 inició un nuevo periodo en el que se interesó por el paisaje urbano. Los últimos años su obra ha dado un giro hacia la investigación del movimiento estático en la pintura, y la multitud se ha convertido en la referencia para hablar del problema de la pintura y el ritmo visual.