El mito de Medea llega rompiendo el equilibrio que los valores occidentales plantean entre el mundo femenino y el masculino. «Medea existe en un mundo primitivo donde el humano vive entre sus instintos y sus pasiones: nacer, engendrar y morir», explica Plaza. El mundo de Medea es oscuro, esotérico y mágico, un mundo que se contrapone al de Jasón, al que ayuda para hacerse con el vellocino de oro a cambio de que la despose.
Muchas son las versiones que se han hecho de esta tragedia. Medea huye con Jasón, pero expatriada en un lugar extraño, en un mundo menos puro, más racional, es traicionada. «A partir de ese momento -recuerda su director-, Medea transgrede la norma de ese orden masculino. Actúa realizándose como ser. Corta la estirpe del hombre y amputa su esencia como madre, como cortó la de hija y hermana, y así equilibrar su propio entidad de ser. La sangre del hijo regará la tierra y creará nuevos seres no contaminados por la mentira y la traición. Dos mundos encontrados incapaces de entenderse. Y se produce el desorden, el quebrantamiento de un status por quien no tolera ni siquiera comprende la traición y mucho menos las mezquinas razones que a ella conducen».
Nueve actores materializan esta tragedia griega. En esta ocasión, Ana Belén estará acompañada en escena por un elenco de grandes actores: Adolfo Fernández en el papel de Jasón, Consuelo Trujillo en el de la nodriza, Luis Rallo como preceptor y ayo, Poika Matute como Creonte, Alberto Berzal y Olga Rodríguez como corifeos, Leticia Etala como Creusa y Horacio Colomé como Jasón joven.
La actriz vuelve a meterse en la piel de un personaje mítico del mundo clásico y lo vuelve a hacer a las órdenes de Plaza. Ambos culminan así una trilogía de mujeres trágicas: Fedra (2007), Electra (2012) y esta Medea.
Medea según Molina Foix
El texto de Vicente Molina Foix se mueve en dos frentes: el sueño heroico y la crudeza intemporal de una crisis de pareja hecha de intereses, miedos y amor violentamente defraudado. “Eurípides y Séneca fueron los precursores, pero también, entre otros, nos inspiró la gran novela en verso de Apolonio de Rodas y los maravillosos relatos poemáticos de Ovidio. El molde argumental y ciertos pensamientos y palabras son de ellos, pero, siguiendo la estela de los escritores de todos los tiempos que fueron a los clásicos para abastecerse y revalidar su lección, hemos querido ser fervientes infieles, introduciendo elementos nuevos y dando a tres personajes aquí muy libremente recreados (la nodriza, el preceptor y Creonte) los perfiles cómicos y grotescos que no faltaron en la tragedia grecolatina”, explica el autor.
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