Comisariada por Marcela López, hija del artista, esta exposición propone al espectador una experiencia de regreso, un desandar el camino de la obra a la idea a través de las huellas que el escultor dejó en sus dibujos, para que pueda comprenderse mejor el curso de su pensamiento creativo.
El dibujo, además de ser una materia ineludible en la formación de cualquier artista, es una herramienta fundamental en la visualización de ideas y en el diseño previo de lo que luego será la obra acabada. Así lo concibe Julio López Hernández para el que el dibujo se convierte en el origen de su obra escultórica. «En esta exposición conviven el dibujo y la escultura, pero esta unión ha sido accidental, porque a pesar de que he utilizado siempre el dibujo y que ha sido muy importante, nunca me había preocupado por esta unión. Pero ahora propone una relectura de mi obra», explica el artista.
Pero entre los dibujos del escultor también existen muchos que no fueron después trasladados a esculturas. Son esculturas subyacentes, esculturas durmientes, esperando que el artista decida convertirlas en el cuerpo físico de una escultura. O, si no lo hace, dejarlos para siempre como dibujos que fueron pensados para esculturas, como ideas que podían haber dado lugar al nacimiento de una obra.
Materia ineludible
Julio López Hernández solía insistir a su hija cuando, de niña, buscando su aprobación, le enseñaba alguna de sus tareas escolares de dibujo. “Tienes que dibujar más. Dibuja a todas horas. ¡Dibújalo todo!”, le decía y era como si el motivo, el tema del dibujo, fuera lo de menos, como si el propio hecho de dibujar iniciara en sí mismo la vía, un encaminarse hacia el hallazgo de sentido.
Sus hijas y su esposa han sido en muchas ocasiones protagonistas de sus esculturas. «Me siento muy agradecida por el trabajo de mi padre, nos ha retratado para la eternidad, ha situado a toda la familia en un ámbito donde no pasa el tiempo»,explica Marcela López, retratada en la obra Marcela y su luz (1980-1982), donde el artista recoge el minucioso proceso que su hija realiza para quitarse las lentillas.
Además de a su familia y a diversos personajes anónimos o temas religiosos, el escultor también ha realizado obras en las que rinde homenaje a grandes personajes como Salvador Madariaga, Julián Besteiro o Federico García Lorca. Este último fue «un encargo que me hizo Miguel Narros para celebrar el 50 aniversario del estreno de Yerma en el Teatro Español. Era un personaje que me atraía mucho y para el que realicé gran cantidad de dibujos de gran tamaño». El escultor se basó en fotografías para hacerse con un semblante y una fisonomía que era igual que si la hubiera visto pero que, en realidad, era la imagen que el escultor había creado, «es la forma detenida de mirar un objeto, un rostro, o la arruga de una tela, lo que me lleva a desarrollar una nueva realidad», concluye.