Wróblewski fue un creador de experimentos formales a caballo entre la abstracción y la figuración. «Cambió nuestro mundo o por lo menos nuestra percepción del mundo», explica Paweł Potoroczyn, director del Instituto Adam Mickiewicz, quien destaca como manifestó una visión excepcionalmente sugerente de la guerra, la posguerra y de la degradación humana, basada en su profundo compromiso político.
Su trabajo es muy amplio a pesar de su temprana muerte. En sus 200 pinturas y 800 trabajos sobre papel se reflejan los traumas y las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, pero también los sueños de un mundo nuevo y mejor. Sus obras indagan en los sentimientos más íntimos y representan la realidad más cruda, oscilando entre un lenguaje pictórico inventado, a veces totalmente abstracto o metafórico, y un punzante realismo, en ocasiones voluntariamente plegado a exigencias políticas.
«Se suele enfatizar el lado oscuro de este artista pero no hay que olvidar que también tuvo un lado humorístico», destaca Éric de Chassey, comisario de la muestra. «Wróblewski es un artista de su tiempo que está en diálogo con Picasso y otros contemporáneos, como Calder, Klein o Constant. Además fue historiador de Arte por lo que conoció la obra de diferentes artistas como Goya».
Dos miradas al mundo
Este pintor realizó experimentos en los que abordó las contradicciones del periodo moderno y que hacen que su trabajo sea particularmente relevante en la actualidad. Esto se refleja en la exposición, que se basa fundamentalmente en los trabajos a doble cara de Wróblewski. «El trabajo a doble cara no es exclusivo del artista, pero él lo dotó de un significado especial», explica De Chassey.
La doble cara es una especie de sistema y un símbolo que define todo su trabajo: quiso que los dos lados se completaran el uno al otro pero también que se cuestionaran o complicaran mutuamente. «Esta fue su forma de expresar el mundo. Intentó no tomar partido sino mostrar las dos caras de un mismo tema. Por una parte presentaba la idea utópica del cambio y por otra mostraba toda la dureza de la realidad», afirma Marta Dziewańska, comisaria de la exposición.
Este tipo de coexistencia dual, que alberga en la mayoría de las ocasiones diferentes discursos formales y de contenido, es también una forma de dirigir al espectador que, literalmente, debe tomar partido pero aceptar al mismo tiempo la existencia de las dos imágenes como dos complejos problemas y, a la vez, como dos soluciones. Se trata de una expresión de su convicción de que un artista participa activamente en la realidad, teniendo como objetivo que su arte sea una propuesta de soluciones temporales.
Recorrido cronológico
Verso / Reverso está compuesta por alrededor de 150 obras y abarca las dos fases del trabajo del artista. Por un lado sus inicios, cuando trataba de establecer su propio lenguaje pictórico (1948-1949), y por otro, su última época, que transcurre después de un período de fe en el realismo estalinista socialista y una voluntaria sumisión a sus imperativas directrices tras el que intentó redefinirse, como si comenzara de nuevo desde cero (1956-1957).
Estas dos fases se conectan entre sí, tanto en la temática como en la forma, mediante una aproximación muy personal a la modernidad y a la vanguardia. Sus numerosas pinturas a doble cara y los trabajos en papel creados en ambos períodos constituyen la expresión material de su vida, entre el compromiso político y el experimento artístico. La muestra, que tienen un recorrido cronológico, se abre al visitante con algunos ejemplos de la serie Ejecuciones, que alude a los traumas de la guerra.
Wróblewski se interesó por los conductores de tranvías, en una interpretación personal de la imagen socialista del trabajador que lidera a la humanidad hacia un futuro mejor; pero también pintó, con el fin de mostrar la paulatina desaparición de las características humanas, filas de personas, retratos de figuras sentadas, a menudo con los ojos entrecerrados, figuras ocupadas en las tareas cotidianas que son a la vez un instrumento y un medio para privarlas de su identidad.
Durante toda su vida concibió lo íntimo como el lugar desde el que abordar los problemas colectivos. Sus escenas familiares de 1948-1949 (madre e hijo, parejas de amantes) examinan la omnipresencia que tras la guerra tenía la muerte, que queda simbolizada por el recurso al color azul, que se asigna indistintamente a una mujer, a un niño o a un hombre.
Realismo socialista
Con el advenimiento de lo que se conoce como el periodo de “deshielo” de 1956-1957, que siguió al periodo estalinista y a la muerte del líder polaco Bolesław Bierut, Wróblewski retomó esos temas, combinando una cáustica representación de situaciones cotidianas con invenciones formales y multiplicando su experimentación en varios tipos de formatos que incluyen pinturas sobre lienzo y obras sobre papel.
La exposición también dedica una sala al tema político y más concretamente al realismo socialista. Entre el final de 1949 y el año 1955, en pleno apogeo del estalinismo, Wróblewski interrumpió la creación de obras en las que intentaba construir un nuevo lenguaje personal y creativo. Convencido de que el artista debe implicarse en la creación de un mundo nuevo, Wróblewski solicitó entrar en el Partido Obrero Unificado Polaco y adoptó el realismo socialista tal y como lo definiera la Conferencia de Artistas Plásticos organizada en febrero de 1949 por el Ministerio de Cultura polaco. Sin embargo, sus cuadros de aquel periodo no contaron con la aceptación plena de la autoridad.
Otros apartados de la muestra ofrecen al visitante los autorretratos pintados y fotografiados por el artista de 1949, 1954 y 1957, en los que se observa cómo Wróblewski corta artificialmente con el marco la figura, juega con los reflejos o contamina la imagen con unas inexplicables áreas de color, estrategias, todas ellas, con las que trata de mostrar que cualquier representación es capaz de aprehender un todo coherente. También se recogen los nuevos temas que inventó durante el último año de su vida (las lápidas, los hombres desgarrados y de piedra, y las sombras de Hiroshima), cuando entró en un período de profunda renovación.
La retrospectiva se completa con documentación personal del artista así como dos vídeos realizados por Andrzej Wajda y Konrad Nałęcki, quienes mantuvieron una estrecha amistad con Wróblewski y participaron en el Grupo autoeducativo, una iniciativa estudiantil fundada en 1948 con el fin de combatir el conservadurismo de la Academia de Bellas Artes de Cracovia.