La muestra incluye una selección de carteles, pertenecientes al coleccionista malagueño Francisco Quero, a través de un recorrido cronológico que va de 1955 a 1984. Se trata, esencialmente, de trabajos encargados por museos y galerías de arte para exposiciones en las que Picasso participa, o en las que sus obras adquieren un único protagonismo.
Picasso, artista polifacético e inquieto, supo imprimir su personalidad en el cartel, convirtiendo un objeto de comunicación en un particular medio de expresión.
Su interés por este método publicitario se remonta a su época en París, donde ya se siente atraído por los diferentes carteles que pueblan las calles y avenidas de la capital francesa desde que en el año 1900 se inventara la litografía offset, técnica que hizo posible las grandes tiradas y facilitó el diseño de los mismos.
Años más tarde, en 1945, conoce en la capital francesa al impresor Mourlot, quien le enseña la técnica de la litografía, lo que permite al artista desarrollar su enorme capacidad creativa.
En 1946, instalado ya en Vallauris, Picasso trabaja en el taller de cerámica Madoura y, con la colaboración de la imprenta Arnéra, realiza tres carteles litográficos para promocionar los productos de la zona. En los años siguientes realizaría más de 200 litografías y carteles que se utilizaron para anunciar sus exposiciones y como propaganda a favor de la paz.
Además pueden verse otras técnicas gráficas que utilizó Picasso como la linografía. El linograbado es una de las técnicas preferidas por el artista en su etapa de Vallauris, sobre todo para reflejar la fuerza expresiva de las corridas de toros.
El Museo Picasso expone en su colección permanente algunos ejemplares de carteles firmados por el pintor y dedicados al barbero que añaden a la obra el valor afectivo de la dedicatoria y la firma del artista, expresión de una larga amistad de 26 años.