El trabajo reunido pertenece a la serie Campos de batalla, compuesta de obras en las que se pueden observar dinámicos paisajes bélicos, desolados y carentes de paz, reflejo de lo que queda tras la catástrofe. Pero el tema de dichas creaciones va más allá de los enfrentamientos en combate, siendo un reflejo de las disputas internas que mantiene día a día el ser humano en relación con su entorno. La situación actual, comenta el artista, «no es un campo de batalla, es una guerra; el campo de batalla es la huella de esta guerra».
A pesar de las preocupantes reflexiones que trasladan estas piezas, el vibrante cromatismo y el humor contenidos en éstas dan lugar a la esperanza y hacen que olvidemos su terrible trasfondo. Las creaciones de Lacalle impactan y seducen a partes iguales. El espectador se adentra con cierto hipnotismo en la narratividad de las obras de las que emergen una multiplicidad de referencias: el discurso pictórico del artista está, desde sus inicios, ampliamente estimulado por la literatura, la filosofía y la historia.
«Lacalle huye de la presencia del sujeto, dejándonos ante el testimonio de su huella arrasadora. Lo cual lo coloca lejos del universo urbano, inmiscuido en el rural universo campestre, oscuro y misterioso, del bosque y la selva, pero donde el sujeto es apenas percibido, únicamente insinuado», escribe Omar-Pascual Castillo en el texto introductorio del catálogo que ha editado Marlborough con motivo de la muestra.