Los filmes experimentales de Hirsch supusieron un paso adelante, continuo y sostenido en la investigación de las posibilidades de la imagen en movimiento desde el sur del continente americano. Artista de origen alemán, iniciada primero en la pintura, realizó su trabajo mayoritariamente en Argentina, articulando, sin embargo, a través de su obra, una relación de tiempos basculantes entre el este y el oeste, el desplazamiento físico y místico, la exploración del interior y el exterior de los seres y sus contextos.
Destaca su influencia como pionera en los años sesenta y setenta, en los que desarrolló, además de propuestas de cine experimental, instalaciones, piezas objetuales, performances, grafitis e intervenciones urbanas en un momento social y político muy denso del país donde ha vivido la mayor parte de su existencia. Involucrada también en el trabajo con los colectivos de vanguardia, participó con intensidad en la escena artística en torno al experimentalismo cercano al Instituto DiTella de los años sesenta.
Su inmersión en el cine político, desde una concepción personal al margen de lo que se entendía por «político», y en el universo femenino en plena segunda ola del movimiento feminista, singulariza el posicionamiento vital y creativo de esta artista, aún en activo a sus 88 años. Su mayor producción fílmica corresponde al periodo de la última dictadura militar argentina, expandiéndose posteriormente a la videoinstalación y la edición.
Sus piezas involucran al espectador incitándole a decodificar el mensaje audiovisual y conduciéndole a un nuevo lugar temporal donde el ojo y el inconsciente trasladan más allá de lo fenoménico y del medio técnico con el que se trabaja en cada momento.
La mayoría de sus obras de la etapa primera, y más releveladora, fueron realizadas en Super-8 y en 16 mm; posteriormente utilizó el vídeo. El ojo fue para la vanguardia cinematográfica el órgano director. Si Eisenstein lo utilizaba para ahondar en la violencia, la autora demuestra cómo desde la sutileza en el tratamiento de las imágenes se concatenan escenas y conceptos, lo que hace posible un cine «como instrumento de poesía», tal y como lo reivindicara Buñuel.
Piezas clave
Las tres piezas que componen esta muestra son claves para entender su pulsión creativa y su compromiso frente a lo narrativo-representativo. La primera de las obras destacadas remite a Marabunta, realizada en 1967 como proyecto performativo planeado y desarrollado por ella y filmado en 16 mm por Raymundo Gleyzer.
En otra vertiente de su creación se presenta Come out, de 1971, sobre la música del estadounidense Steve Reich, filme estructuralista ejemplo de su posicionamiento frente a la imagen-tiempo como laboratorio experiencial.
La pieza central de la exhibición es Rumi de 1999, una obra fundamental para entender la esencia de su gesto político y el gesto poético, buscando la experiencia pero también lo sublime.