Lenguaje corporal habla de una forma no verbal, como es la de la propia fotografía. En ambos casos se trata de una gramática visual que requiere de la lectura e interpretación de una imagen para entender el mensaje. En el caso de Navarro se trata de una lengua muchas veces abstracta, de significados abiertos, que en ocasiones muestra y en otras oculta. Escenificaciones que, partiendo de lo real, conectan con el subconsciente y las emociones.
Este viaje comienza con su primera serie, Formas, con la cual comenzó allá por 1975 y en la que ya se apuntan las bases de lo que será su futura trayectoria: el cuerpo de la mujer, la luz, la abstracción… A partir de ahí se muestra su evolución a lo largo de otras nueve series que, cronológicamente, acaban con Ensueño (2012).
En este recorrido se puede observar como Navarro emplea la luz y el volumen como si de un arquitecto de imágenes se tratara y cómo tan sólo los recursos más puramente fotográficos –la profundidad de campo, la composición, la luz o el tiempo de exposición– le bastan para construir el sutil y complejo mundo que propone.