Al igual que en la muestra, el concierto aborda la noción del exilio como nacimiento de una perspectiva: el exiliado mira a su tierra desde otra y, por lo tanto, la observa –¿la comprende?– desde un punto de vista nuevo. Los espectadores escucharán cómo los músicos miran/cantan a una tierra desde otra. Se podrá ver a Igor Stravinsky, ruso cosmopolita, mirando desde París a la poesía antigua japonesa y, desde Suiza, a la poesía popular de su propio país.

Silvestre Revueltas, desde su mexicanidad torturada, virará hacia Lorca y a las trincheras de nuestra Guerra Civil. El suizo-tarraconense Roberto Gerhard contemplará desde su exilio inglés a Alemania, la tierra de su querida esposa, y a España, el país de sus nostalgias. Mientras que el italiano Luciano Berio observará fascinado, junto a su mujer, la soprano armenia Cathy Berberian, a la música popular de medio mundo, desde las praderas de Kentucky hasta las siete esquinas de Europa, entre el Mar Caspio y el Mediterráneo: la Auvernia, el resto de Francia, la Italia continental, sus islas de Sicilia y Cerdeña y los países caucásicos de Armenia y Azerbaiyán.

La personalidad de Halffter

Los espectadores escucharán el reflejo de la personalidad del madrileño Rodolfo Halffter en dos de sus compañeros. Justo antes de exiliarse, Halffter coincidió, en una España en guerra, con Silvestre Revueltas. Tocó con él a cuatro manos muy probablemente el Homenaje a García Lorca. Después, ya en México, convertido en pope de la vida musical de aquel país, coincidió estéticamente con Roberto Gerhard, el otro gran dodecafonista, y el otro gran exiliado español.

Gerhard, único alumno español de Arnold Schönberg, responsable de que vinieran a Barcelona Anton Webern, vivió desde la Guerra Civil en Cambridge, trabajando para el servicio de música de la BBC y componiendo una música extraordinaria, una forma mediterránea de serialismo que, por una parte, conectaba con la vanguardia europea del momento y, por otra, actualizaba continuamente su recuerdo del sonido de España.

Este concierto es fruto del acuerdo de colaboración firmado en 2015 por el Museo Reina Sofía y la Fundación Albéniz, gracias al apoyo de la coleccionista de arte y mecenas Patricia Phelps de Cisneros, al que se ha sumado este año la Fundación Museo Reina Sofía.