El grueso de esta selección se corresponde con el legado de la Colección Anthony Denney y se complementa con dibujos de la Colección Daniel Cordier. Ambas son testigo de la emergencia del art informel a finales de la década de 1940, así como de su rápida comercialización y asimilación a la modernidad internacional.
La articulación de un sistema teórico y mercantil por parte del crítico de arte francés Michel Tapié ayudó a popularizar una pintura abstracta y matérica que se alineaba con la explosión del expresionismo abstracto en Estados Unidos y con las búsquedas del grupo Gutai en Japón.
La rápida difusión del art autre, una acertada invención del crítico Michel Tapié, alcanzó una dimensión internacional en la década de 1950. Si bien el art autre se inspira en artistas como Fautrier, el primero en hacerlo célebre fue Dubuffet. A continuación, esa etiqueta se convirtió inspiración para el art informel y otras formas de abstracción.
Artistas como Fontana o Burri en Italia y Falkenstein, Brown o Coetzee en Gran Bretaña fueron representantes de un arte «demente» que ejemplificaba la crisis del humanismo durante el periodo de la posguerra en Europa.
Tapié organizó la primera exposición de Pollock en París en 1952 e introdujo el arte de Gutai en Europa, un grupo de artistas japoneses que conoce desde 1957. Todo ello articula un sistema teórico y mercantil que se apoyaba en una red de galerías como la Martha Jackson Gallery en Nueva York, donde Tàpies expuso desde principios de la década de 1950, y la Galerie Stadler, que lo representaba en París.
Esta exposición propone una relectura de los objetos artísticos como signos de una acción pasada que el espectador no ha podido observar. Todo lo que le es dado a ver es una materia endurecida que conserva rastros de un evento privado, y que a menudo ha tenido lugar en el estudio del artista, a excepción de las grandes telas de George Mathieu que realizó a pie de calle o de las acciones del grupo Gutai que se acabaron desarrollando sobre un escenario.
La posibilidad de leer la pintura como una crónica de hechos y no como una imagen o visión transforma la obra de arte en algo parecido a un documento de la acción más o menos pretérita. La imagen de un Fontana practicando incisiones sobre una tela o de los miembros de Gutai rasgando un bastidor se elevan a la categoría de Zeitgeist, de iconos de una época.